Lunghi: Del alivio por lo bajo al “no soy yo”

En las últimas horas la provincia de Buenos Aires informó en su reporte sanitario que la ciudad de Tandil era uno de los seis distritos bonaerenses que pasaban a “Fase 2” por su alto riesgo epidemiológico. Podría haberlo hecho semanas atrás, cuando el propio intendente comunicó la decisión de restringir el horario comercial con el fin de reducir la circulación. 

Ese día, el 22 de abril pasado, había 1057 casos activos de Covid-19. La mitad de los testeados eran casos positivos y la placa oficial informaba 219 muertes totales desde que arrancó la pandemia. Por entonces ya había fuertes sospechas de la circulación de las mutaciones conocidas como cepas “Británica” y de “Manaos”, con mayor índice de mortalidad y contagiosidad. 

Pasaron apenas 20 días desde aquel anuncio. En ese lapso 52 tandilenses perdieron la vida a causa del virus y la ocupación de camas de terapia colapsó debiendo hacer tres derivaciones: dos a Capital Federal y una a Mar del Plata. No son tiempos de especulaciones políticas sino de responsabilidad institucional. De mesura y criterio sanitario para no caer en el barro. 

¿Por qué Lunghi comunica que le pidió a la provincia por la presencialidad escolar? Probablemente porque sabe la respuesta de antemano. Pero necesita capitalizar la costilla que logró hacerle exponer a la decisión bonaerense con una discusión importada.

El debate sobre la presencialidad escolar “que se mudó” a nuestra ciudad explica, cuando menos, que se trata de una discusión importada. Que se construye en otra agenda y que tiene otros intereses que juegan en otra liga. ¿Por qué Lunghi comunicó que le pidió a la provincia por la presencialidad escolar? Probablemente porque sabe de antemano la respuesta pero necesita capitalizar la costilla que logró hacerle mostrar a la decisión bonaerense. Un costo que siempre hay que asumir cuando lo que está en juego es la vida y la salud de la población.

Mal que le pese al lunghismo su fuerza política está permanente interpelada por una tensión discursiva que no le pertenece, que se construye en usinas porteñas y que está diseñada específicamente para defender esos intereses. El debate tandilense sobre la presencialidad escolar tiene ribetes de falso debate. En términos políticos porque el intendente no tiene potestad sobre esa decisión. Y en términos sanitarios porque a esta altura existe enorme evidencia sobre el impacto en el aumento de casos que provoca la movilidad urbana en la asistencia a los establecimientos educativos. El lunghismo se monta así sobre una tensión construida, que  aparece en la superficie de manera intensa, pero que no es la realidad material. Las personas de carne y hueso quieren cuidar a los suyos, a quienes quieren.   

Por caso, la Intendenta de Carlos Tejedor (FDT) y el Intendente de Rauch (Cambiemos) pidieron a la gobernación bonaerense pasar a fase 2, restringir fuertemente actividades y suspender la presencialidad escolar. Entienden que su administración de gobierno y su agenda pública no puede estar atada a las tensiones políticas de una agenda prestada. Los reclamos de los padres y las madres son genuinos y deben ejercer el derecho a expresarlo porque cada realidad familiar es impactada de manera muy diferente por la pandemia. Pero no es menos cierto que si bien la política por momentos parece ser un concurso de popularidad, ese concurso tiene como objetivo acceder al honor de gobernar para mejorar y cuidar la vida de quienes le otorgaron dicha confianza.  

El Intendente no es ajeno a esa realidad. Tiene bien claro que activar los resortes del Estado para contener la crisis sanitaria y económica implicaría un esfuerzo fiscal que podría condicionar la gestión de su gobierno en un año que, además, está marcado por las elecciones legislativas. Como viejo animal político, Lunghi sabe perfectamente que es muy difícil capitalizar electoralmente aquello que se evitó o que se logró prevenir. Dicen que nadie vota lo que no puede ver. En ese aspecto la línea partidaria de Cambiemos que va desde Macri y Larreta hasta Lunghi, sostiene una evidente coherencia.

Redaccion

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