En la mañana de ayer un grupo de trabajadores de la Estación de Trenes de Tandil junto a vecinos del Barrio La Estación que los apoyan se reunieron con autoridades municipales encabezadas por el intendente Miguel Ángel Lunghi para reclamar al municipio que se haga cargo de las gestiones para que no cierren definitivamente el ramal.
Si bien desde un principio la actuación municipal con respecto a la vuelta del servicio ferroviario se limitó a algunas declaraciones públicas, lo cierto es que en ese momento se le dio mucho más impulso a la instalación de un avión que cubriría el mismo trayecto con 8 butacas. Pero una vez fracasado el intento (el avión dejó de volar, o lo hace con muy baja frecuencia por la falta de pasajeros) y ante la sorpresa de la decisión provincial de despedir a los trabajadores del tren y cerrar el ramal, el intendente finalmente mostró preocupación.
No lo conmovieron en realidad las 300 personas que viajaban por semana a la capital en ese medio de transporte económico, sino la presión social que se ejerció desde la semana pasada, cuando se conoció la noticia de los despidos y la clausura definitiva. Es que la Estación de Trenes es muy cara a los sentimientos de un barrio que se identifica con ella, y comenzó a moverse para juntar firmas y reclamar fuerte.
En la reunión, las autoridades municipales prometieron que gestionarán un plazo de 90 días para los empleados despedidos, unos tres meses para permitirles acomodarse a la nueva situación. Además aseguraron que seguirán gestionando para lograr la vuelta del servicio.
