La segunda edición de Minga, la feria de editoriales y cultura gráfica, se llevará a cabo este fin de semana

El Centro Cultural Universitario es la sede para esta iniciativa que durante sábado y domingo reúne propuestas de presentaciones de libros y talleres además del espacio de Feria con más de 60 experiencias editoriales y gráficas. El 19 y 20 de noviembre Tandil se atreve a Minga, un espacio de encuentro para indóciles experiencias editoriales y gráficas.

«Oye cómo ladra el lenguaje de la frontera», leyó Minga, por ahí. Y como Minga, conoce bien, a esas perras negras que son las letras, ha decidido correr el riesgo de una fiesta indómita al reunirlas en las sierras. Un lugar ideal para que puedan retozar sin bozales las lágrimas de una joven poeta o el ceño amargo de unas crónicas nocturnas, con sirenas policiales y guardia médica.

En Minga, también encontrarán sosiego esos ojos omnívoros que no se deciden -no pueden ni quieren-entre el cuento asfixiante transcurrido en una tarde con siesta y mosquitos, el ensayo acerca de la construcción de otredades y la novela ambientada en un futuro distópico y brutal.

Minga, intentó idearse a sí misma y darse forma. Y al pensarse entendió que es una criatura abyecta con tantas cabezas y manos manchadas de tinta, que se supo para siempre inacabada, entonces se sirvió un vasito de caña y se frotó las (¡muchas!) manos.

Minga, miró con una de sus cabezas -una que tiene barba y labial rojo- hacia el este y vió tres sombras que la observaban. Se reconocieron mutuamente, como quien recuerda un rostro de una sala de espera compartida, pero se dijeron la verdad esa, la que nace y muere en la vereda de los bares, antes de cerrar.

Así Minga supo que va a lidiar con seres que cultivaron la desconfianza y alardearon incomodidades. Minga se vio cruzando un puente hacia otros tiempos, cuando el gordo Soriano dejaba Tandil, cuando Dipi se acomodaba en El Ideal para escupirle al tedio y cuando el polaco joven-viejo Gombrowitz reconocía su anhelo de encontrar la forma para la inmadurez.

Se está poniendo cada vez más lindo, pensó Minga, este picnic desbordado de teclas, tinteros, bollos de papel, mate amargo, manos sudadas, biromes sin capuchón, anteojos de presbicia y vasos, vasos, vasos.

Minga se piensa como un enjambre de rumores impresos, como un artificio donde lectoras y lectores, podrán husmear panfletos, libros, fanzines, manifiestos y diarios de viajes.

Minga, se presenta – inédita e inexperta- a quienes la conforman y a quienes la visiten, como una posibilidad de encuentros presentes y una usina de escrituras y lecturas futuras.

Pueden consultar las imperdibles propuestas en el IG: /minga.tandil.

Redaccion

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