La Fundación Pensar, en conjunto con Casa Tres y con la colaboración de Guillermo Oliveto y Mora Jozami, presentó el informe “Esperando la Carroza: la ‘Clase Media Mafalda’ se diluye”, donde advirtió que la clase media argentina está en un proceso de transformación profunda, marcado por la pérdida de poder adquisitivo, la fragmentación y la caída de la movilidad social.
El estudio, basado en una encuesta nacional de 2.319 casos y datos del INDEC, afirma que el bienestar y la identidad de la clase media ya no descansan en los mismos pilares que definieron buena parte del siglo pasado. En una de sus frases más gráficas, el texto recuerda “el mundo que el talento de Quino supo hacerle pensar, mostrar y cuestionar a la mítica Mafalda”, para describir el ideal de una sociedad donde “todos eran de clase media”.
Hoy, ese imaginario se resquebraja. Según el informe, solo el 43% de los hogares se ubica en la clase media por nivel de ingresos, mientras el 52% pertenece a la clase baja y apenas el 5% al sector alto. Sin embargo, la autopercepción no sigue esa línea: 29 millones de argentinos se consideran de clase media, aunque solo 20 millones cumplen con los requisitos económicos.
La pérdida de poder adquisitivo aparece como el centro de la vida cotidiana. “El 54% afirma que su capacidad de consumo es hoy mucho peor que hace un año”, indica el trabajo, que describe un sentimiento generalizado de retroceso: el 55% cree que la clase media se está achicando, solo dos de cada diez perciben crecimiento y otros dos creen que se mantiene igual.
El consumo, símbolo histórico de pertenencia y bienestar, también muestra señales de deterioro. El 63% de los encuestados reconoce haber resignado servicios o actividades habituales en el último mes, sobre todo en ocio, ropa y vacaciones. En esa línea, el informe sostiene que “comprar duele” para buena parte de los argentinos, reemplazando el placer de consumir por una sensación de sacrificio.
El documento introduce el concepto de “consumidor estoico”, que intenta mantener el equilibrio y la moderación, pero que muchas veces cae en una lógica “sacrificial”. “No alcanza con el esfuerzo, es necesario el sobreesfuerzo. Se la pasa mal. Es desgastante y agobiante”, advierte el estudio, al describir una realidad donde el trabajo y el ahorro ya no garantizan bienestar.
Otro de los ejes que el informe analiza con preocupación es el rol de la educación. Tradicionalmente vista como motor de ascenso social, hoy parece haber perdido fuerza: el 70% de quienes pertenecen a sectores bajos tiene un nivel educativo superior al de sus padres, pero sin mejorar su posición económica, y solo el 40% de los jóvenes cree que puede “ser alguien” a través del estudio y el trabajo. En palabras del texto, “el diploma universitario colgado en la pared era un certificado de identidad. Hoy ese pacto está en crisis”.
De acuerdo con los parámetros de Pensar, un hogar argentino se considera de clase media cuando percibe entre $2.000.000 y $6.500.000 mensuales netos, equivalentes a entre dos y cinco canastas básicas. Bajo esa vara, el país cuenta con 7 millones de hogares de clase media, 8 millones de clase baja y menos de 1 millón de clase alta.
La llamada “canasta de clase media” no se mide solo por ingresos: también incluye factores como el acceso a medicina prepaga, vivienda propia y educación privada, una definición que refleja una visión más compleja de la pertenencia social.
En la comparación internacional, el estudio señala que la fragmentación de la clase media no es un fenómeno exclusivamente argentino. En España y Estados Unidos, también se registran tensiones y retrocesos; en China y Perú, en cambio, se observa una expansión reciente pero frágil; mientras que en Brasil y Chile, el crecimiento del sector se sostiene a costa del endeudamiento.
En el plano local, la movilidad social descendente se consolida como una tendencia: el 60% de los habitantes del AMBA cree que la clase media se está achicando, y apenas el 27% piensa que su situación es igual a la de años anteriores.
El trabajo del think tank del PRO, encabezado por María Eugenia Vidal, describe así el ocaso de un ideal que definió a varias generaciones de argentinos. La resiliencia de la clase media, que durante décadas fue el sostén de la cohesión social y de la democracia, se enfrenta hoy a un contexto donde la inflación, la informalidad laboral y la falta de perspectivas ponen en jaque su rol como columna vertebral del país.(Data Clave)



