Mientras el gobierno celebra una inflación del 1,5% en mayo, los jubilados siguen perdiendo todo. En julio, sus haberes subirán solo un 1,5%, es decir, apenas $4.570. El haber mínimo pasará de $304.723 a $309.293. ¿Qué se puede comprar con eso? Ni medio kilo de carne, ni un paquete de fideos y pan. Literalmente, no alcanza ni para comer.
Este aumento miserable se explica por la fórmula de movilidad que impuso Milei a comienzos de su gestión, que ajusta los haberes según el índice de precios mensual. Así, con la inflación planchada a fuerza de un consumo desplomado, salarios pisados y tarifas intervenidas, el gobierno logra “ahorrar” licuando las jubilaciones. Todo prolijamente diseñado para que la motosierra no toque a los de arriba, pero sí destroce a los de siempre.
La ANSES aplica la suba automáticamente según el IPC, pero lo que no se actualiza es el valor real de lo que puede comprar un jubilado. Según datos oficiales, el incremento de julio no alcanza ni para cuatro hamburguesas congeladas. Tampoco para medio kilo de queso cremoso o un kilo de pan con un paquete de fideos. Apenas si permite comprar una botella de aceite o un yogur.
A esto se suma el bono de $70 mil que sigue congelado desde hace meses, y que no compensa la megadevaluación de diciembre de 2023. Mientras los precios subieron por ascensor y llegaron al quinto piso, a los jubilados los siguen obligando a subir por las escaleras. Gateando.
La inflación baja, sí, pero no para todos. El ajuste tiene nombre y apellido, y lo están pagando los sectores más vulnerables. Y en especial, los jubilados, a quienes se les niega hasta la dignidad de llenar la heladera.