María Nazabal: «este año a las consignas de Memoria, Verdad y Justicia se le agregó una nueva que es la Alegría»

En la Semana de la Memoria dialogamos con María Nazabal, titular del área de Derechos Humanos de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. La importancia de volver a la calle luego de dos años de pandemia para seguir construyendo memoria, la formación de una ciudadanía con potencial crítico, además de la magnitud del comienzo y el desarrollo de un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad. «El Juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en La Huerta es una instancia de aprendizaje: vamos a poder reflexionar en torno a procesos sociales que son contemporáneos y también un campo de análisis del pasado reciente de nuestra ciudad.”

Han pasado 46 años del golpe cívico/eclesiástico/militar de 1976. Los últimos dos años sumergidos en la pandemia no hubo movilización ni tampoco actividades por la semana de la memoria, verdad y justicia. ¿Cuáles fueron las sensaciones de volver a la plaza, compartir una marcha multitudinaria pisando fuerte la calle en un momento de la historia tan particular como el que estamos viviendo?

En el ámbito local un 24 de marzo distinto, con mucha actividad que nos encuentra transitando algo por lo cual veníamos luchando hace muchos años, que es el juicio por delitos de lesa humanidad de la zona centro de la Provincia de Buenos Aires (La Huerta). Venimos movilizados hace tiempo trabajando en lo que ha sido el inicio de un juicio esperado por tantas personas de la ciudad de Tandil y el centro de la Provincia. Para conmemorar este Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, este año trabajamos fuertemente para visibilizar lo que está pasando en nuestra ciudad con la llegada del juicio y en la importancia que tiene a la participación a las audiencias del juicio como espacio donde se va construyendo la historia reciente de nuestra ciudad. Entendemos que la memoria es un concepto en construcción constante, siempre colectiva, y tiene a nuestra presencia en las calles como una de las herramientas fundamentales.

Después de dos años de desmovilización marcados por la pandemia, sentí que con más fuerza que nunca volvió a volcarse en las calles la misma síntesis que empezó a tomar forma con la llegada de Néstor al gobierno donde se recogió la experiencia de resistencia y lucha de los organismos de derechos humanos, se derogaron las leyes de impunidad y se inició el proceso de justicia más importante de la historia. Ese proceso tuvo su correlato en las calles con la juventud abrazando a Madres y Abuelas como protagonistas. Al calor de ese proceso y de cientos de miles de jóvenes que fueron abrazando las banderas de la militancia como herramienta de transformación, a los 24 de marzo se les fue agregando una consigna que sólo el avance histórico hizo posible: a las consignas de Memoria, Verdad y Justicia se le agregó una nueva que es Alegría. Y eso es lo que viví y experimenté el jueves en esa histórica movilización. La alegría innata de una juventud que no baja los brazos, que no cae en la resignación. De una juventud que al igual que aquella que sufrió las consecuencias del terrorismo de estado, cree en la organización colectiva y en que a partir de ahí un mundo mejor es posible. Y eso se hace y se vive con alegría. Con la seriedad y la responsabilidad que semejante compromiso entraña pero con la alegría de creer en nosotros mismos como pueblo. Porque como decía Jauretche «los pueblos tristes no vencen». Por eso es que me quedo con la juventud con su enorme alegría como la mejor síntesis de esa nueva movilización en el marco del 24 de marzo.

El 25 de febrero comenzó el juicio “La Huerta” en donde vecinos y vecinas tandilenses que sufrieron la persecución, detención y tortura, han prestado declaración en las audiencias que se desarrollan en Mar del Plata. ¿Cómo se está trabajando en el seguimiento y el acompañamientos de todas esas personas desde el equipo de acompañamiento a víctimas y también desde el Área de Derechos Humanos de la UNICEN?

Este juicio lleva mucho trabajo previo, no porque lo planificamos de esa forma, sino porque hace años venimos luchando para que se concrete y eso nos ha posibilitado ir desarrollando distintas acciones. En 2012 tuvimos en Tandil el primer juicio por delitos de lesa humanidad, respecto del caso del abogado laboralista Carlos Alberto Moreno. Después de ese juicio un montón de personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado en nuestra ciudad, esperaban la realización de este juicio. Pasaron 10 años para que eso fuera posible y casi medio siglo desde que sucedieron los hechos para que llegue el juicio oral y público.

Desde la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires tenemos un fuerte compromiso institucional, dentro del campo de los derechos humanos, con los juicios por delitos de lesa humanidad. Pudieron desarrollarse en nuestra universidad el juicio del año 2012 en Tandil, y uno de los dos tramos del juicio de Monte Peloni, y con este juicio de “La Huerta” fortalecemos el desarrollo de políticas institucionales y educativas que vamos profundizando y mejorando en el tiempo. Hemos hecho una incorporación progresiva de la agenda de Derechos Humanos hacia el interior de la UNICEN, con el horizonte de transversalizar esta perspectiva en la formación de nuestros estudiantes, porque entendemos que la Universidad Pública tiene una responsabilidad en el fomento de una cultura de Derechos Humanos y de democracia. Solo de esta manera vamos a formar ciudadanías universitarias que tengan potencial crítico y comprometido. El juicio además es una instancia de aprendizaje ya que vamos a poder reflexionar en torno a procesos sociales que son contemporáneos y también lo vemos como un campo de análisis del pasado reciente de nuestra ciudad.

Cada semana de la memoria se transforma en buenos tiempos para seguir brindando educación en derechos humanos, que es fundamental para establecer sociedades democráticas, y para un verdadero Nunca Más. Desde el área de DDHH de UNICEN elaboraron la propuesta de Prácticas Socio Educativas en Derechos Humanos para que estudiantes de todas las unidades académicas puedan inscribirse. ¿Hay que reforzar la memoria de lo que ha sucedido en Argentina sobre fines de los 70´y principios de los 80´? ¿Qué falta para que se pueda trabajar en algo similar para la sociedad toda, en donde siempre queda algún vestigio de discurso negacionista por parte de referentes políticos y que también se ve y se escucha mucho en redes sociales?

Firmamos un convenio con la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, con quien venimos trabajando desde hace muchos años. En detalle vamos a trabajar en tres esferas al juicio desde la Universidad. Una que tiene que ver con la causa en particular, a través de la integración –en el año 2014- de un equipo de acompañamiento a víctimas, junto al Colegio de Psicólogos del Distrito VIII, que trabajó antes, trabaja durante y que trabajará luego de que finalice el juicio. Además articulamos con el Poder Judicial, las querellas y con el tribunal para lograr transmitir las audiencias en el Aula Magna del rectorado y hemos ofrecido las tres sedes de Azul, Tandil y Olavarría para que muchos testigos y víctimas, puedan declarar desde la Universidad.

Otros de los planos que trabajamos es el trabajo en el interior de la universidad tomando el juicio como una herramienta pedagógica. En ese sentido nos damos un trabajo de articulación de las distintas unidades académicas y secretarías del rectorado para trabajar la comunicación de lo que sucede, que es central que la comunidad se entere de lo que está sucediendo. A su vez, esta semana lanzamos las prácticas en las que vamos a trabajar una formación teórica y una práctica para todos los estudiantes que tiene que ver con participar activamente del juicio. Presenciar audiencias, trabajando en el mapa de la memoria, reconstruyendo la historia a través de distintos proyectos de investigación, acompañando a las querellas, porque entendemos que esta va a ser la manera para que los estudiantes puedan trabajar la perspectiva de derechos humanos y dimensionar en términos históricos, sociales y políticos que es lo que implica este juicio si lo pueden transitar con este tipo de herramientas.

En lo que respecta al vínculo con la comunidad hemos comenzado un trabajo, primero en Tandil y luego será en Azul y Olavarría de ofrecer y poner a disposición de todas las escuelas de la ciudad las distintas herramientas y proyectos que las Facultades, espacios de rectorado y el área de Derechos Humanos tenemos para trabajar el juicio. Esto como una manera de acompañar a aquellos docentes que vienen trabajando en Derechos Humanos y Memoria, Verdad y Justicia. Nuestra idea es que los estudiantes de la Universidad y las escuelas de Tandil puedan pensar y conocer lo que sucedió en vistas a fortalecer la democracia y que esto no vuelva a suceder.
Lo que sucedió en la dictadura es algo que lo vamos construyendo de manera colectiva y no como algo que está anclado en el pasado sino como algo que tiene consecuencias hoy en día, por ejemplo si pensamos en los nietos que aún faltan encontrar entre otro montón de continuidades. Para que el “Nunca Más” suceda, es necesario seguir creando consciencia sobre la importancia de la democracia que garantice los Derechos Humanos entendidos integralmente.

Los discursos negacionistas son una cuestión sobre la que es necesario reflexionar para defender aquello que se logró y que se cristalizó otra vez este 24 de marzo con el pueblo en las calles. Son acuerdos que hemos construido como sociedad respecto a la última dictadura cívico militar y defenderlos es defender la democracia que tanto costó consolidar.
Lamentablemente existen discursos confundidos y malintencionados porque los Derechos Humanos son la herramienta que nuestro país ha consolidado a través de la Constitución Nacional y de pactos internacionales, son normativas vigentes en nuestro país que hay que garantizar.

16 años pasaron desde la reapertura de los juicios donde en Tandil se juzgó y condenó por primera vez a dos civiles en 2012 que luego fueron absueltos por Casación y ahora vuelven a ser sentados ante el Tribunal en este nuevo juicio que se inició en Mar del Plata ¿Qué evaluación general y cómo se trabaja en el microclima de este potente proceso de Memoria, Verdad y Justicia en el país?

La reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad, con juicios realizados no por comisiones especiales sino por la el Poder Judicial existente ha sido valorado enormemente y reconocido en términos internacionales. En lo que es derecho internacional de los Derechos Humanos lo que hacemos en Argentina es estudiado en muchos países del mundo. Por ejemplo, este recorrido es tomado en Latinoamérica y en Europa como horizonte a transitar para tramitar el pasado reciente y doloroso. En España están intentando hacer un camino y toman de ejemplo nuestro trabajo. Fue una política de Estado que nos permite leer el pasado, juzgarlo para transitar este presente y mirar el futuro.

Existen hoy día varios desafíos en relación a los juicios que se llevan adelante. En la Universidad somos parte de la Red de Derechos Humanos del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), ahí nos juntamos todos los espacios de Derechos Humanos de todas las Universidades Nacionales. En este momento vemos con un poco de preocupación, ya estamos trabajando en el tema y algunas recomendaciones, realizando las acciones que sean necesarias, para que estos juicios no se constituyan en espacios re victimizantes de las personas que van a declarar. Lo que estamos demandando es celeridad en estos procesos porque nos pasa que pasaron 50 años y tenemos muchos imputados que fallecieron. Pasa lo mismo con víctimas que murieron esperando los juicios. La comunidad toda necesita que esto avance con mayor celeridad, que se hagan más audiencias, que se cubran las vacantes en el Poder Judicial Federal y que se dimensione que estos procesos tienen que tener prioridad.

En términos locales: ¿Qué es lo que más preocupa del rol que tiene el Municipio de Tandil en Derechos Humanos?

En Tandil, se ha consolidado una política de derechos humanos que tiene como sustento la lucha de los organismos de derechos humanos acompañada por las acciones que desde la Universidad se llevan adelante articulando con la provincia y la nación. No obstante, el gobierno local, que hace 20 años gobierna nuestra ciudad nunca tuvo una política pública en Derechos Humanos. Todo lo que refiere a los juicios por delitos de lesa humanidad, las señalizaciones de los centros clandestinos de detención y tortura, las políticas de promoción y educación en Derechos Humanos, el equipo de acompañamiento, las políticas reparatorias para víctimas y sobrevivientes y la búsqueda de identidad nunca han sido trabajados desde el Municipio. La verdad es que además de poner en valor lo que sucedió con el retorno de la democracia en 1983, como suelen hacer para este fecha con algún acto, si eso no lo proyectamos al presente, lo trabajamos como política de Estado con una Dirección de Derechos Humanos en el municipio, por ejemplo, flaco favor le hacemos a la vigencia de la democracia y de los Derechos Humanos. El Estado Municipal debe tomar esto y transformarlo en política pública.

Horacio Sobol

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba