La construcción está en caída libre. Lo dicen los números, lo confirman los testimonios y lo sufre cada obrero que se queda sin laburo mientras el Gobierno nacional frena las transferencias para sostener la obra pública. En Salta, Tierra del Fuego y Chaco, gremios y cámaras del sector coinciden en algo: la situación es desesperante y no hay señales de que mejore en el corto plazo.
“Si la Nación no gira los fondos para las obras que se necesitan, esto no tiene salida”, advirtió Juan Carlos Segura, presidente de la Cámara Salteña de la Construcción. Contó que, si bien la actividad privada intenta mantenerse, la obra pública está prácticamente paralizada. “Con todo el esfuerzo del Gobierno provincial no alcanza, y el segundo semestre va a ser igual”, lamentó. En Salta, uno de los pocos gestos de movimiento fue el traspaso de obras de vivienda al Instituto Provincial de Vivienda (IPV), lo que permitió retomar la construcción de más de mil unidades en la capital. Pero más de 800 casas siguen frenadas en el interior provincial, sin fecha de reactivación. “Es pan para hoy y hambre para mañana”, resumió Segura. Según datos oficiales, la provincia perdió más de 6.500 empleos en el sector en los últimos 14 meses, afectando a unas 300 empresas. El relevamiento del Grupo Construya muestra que siete de cada diez compañías experimentaron caídas de actividad de entre el 5% y el 20%.
En Tierra del Fuego, el diagnóstico es aún más crudo. “Está todo parado. Es un desastre”, disparó Julio Ramírez, secretario general de la UOCRA fueguina. Asegura que la desocupación supera el 80% y que muchos trabajadores están cortando el pasto o haciendo changas para sobrevivir. “La mayoría confió en este Gobierno y así nos pagan”, lanzó. El único alivio, como en Salta, vino de la mano del IPV, que asumió de forma precaria algunas obras frenadas por Nación. Pero, según Daniel Wallner, de la Cámara fueguina de la Construcción, el ritmo no es el deseado y el invierno complica aún más cualquier intento de reactivación. “Hay una total incertidumbre”, advirtió.
El panorama en Chaco no es muy distinto. Ariel Ledesma, titular de la UOCRA provincial, aseguró que el 60% de los trabajadores del rubro están desocupados o dejaron el sector por falta de oportunidades. “En los peores momentos manteníamos una ocupación del 55%. Hoy estamos al revés”, dijo. Ledesma remarcó que la caída de la obra pública no solo destruye empleo, sino que paraliza la vida cotidiana: rutas destruidas, escuelas sin mantenimiento, y obras esenciales que no avanzan. “La construcción es la rueda que mueve todo. Si no se reactiva con políticas claras, es imposible que salgamos adelante”, concluyó.
El cemento, una vez símbolo de crecimiento, hoy es sinónimo de parálisis. Y en el silencio de las obras detenidas, crece una certeza incómoda: sin inversión pública, la reconstrucción queda cada vez más lejos.