La Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI) del Ministerio de Salud de la Nación se ocupa de garantizar la calidad, seguridad y distribución de las vacunas en todo el país. Tiene entre sus funciones responder ante emergencias, coordinar acciones en caso de brotes y garantizar la accesibilidad de vacunas de calidad. Nada menos. Al despido del 30% del equipo el mes pasado le siguió la renuncia de otra gran parte, ante la imposibilidad de sostener políticas públicas básicas. Hoy en el área médica de la DiCEI sólo quedan tres profesionales.
En pleno brote de sarampión, ya no forman parte del equipo las dos expertas en la materia. Una estaba de vacaciones (y luego decidió dar un paso al costado, ante el vaciamiento en curso) cuando se confirmaron los primeros casos de la enfermedad en la Ciudad de Buenos Aires. La otra fue despedida. Fue una de las 14 personas desvinculadas del equipo de 46 que integraba la DiCEI.
Tras el paso de la motosierra, llegaron las renuncias. El despido alcanzó a cuatro trabajadoras del área médica. De las siete que restaban, se fueron otras cuatro. Quedaron tres al frente de la dirección que se ocupa de las vacunas a nivel nacional. “No vamos a ser parte de un Ministerio en el que los programas esenciales no pueden dar respuesta a las obligaciones básicas que marca la Ley. Nuestra renuncia es un acto de ética médica, de responsabilidad cívica y profesional, y una advertencia urgente. La salud pública no es un gasto: es una inversión en la vida y el bienestar de toda la sociedad”, plantearon mediante una carta algunos de los profesionales que optaron por correrse.
Brotes y desamparo
La infectóloga Carolina Selent fue una de las que renunció. “Por un lado, porque no reincorporaron a compañeras que llevaban campañas claves: sobre vacuna antigripal, vigilancia de coqueluche (también llamada tos convulsa, enfermedad controlada que hoy está volviendo), vigilancia de hepatitis A y de sarampión (ambas en pleno brote). Desmantelaron un montón de temas”, cuestionó la médica. “Me parece que creen que cualquiera puede reemplazar a cualquier persona. María Del Valle Juárez y Nathalia Katz (abocadas a hepatitis A y antigripal respectivamente) estaban hace más de 13 años. No es reemplazable esa expertiz tan rápido. Por otro lado, desde que está la actual gestión se vienen manejando muy mal. La renuncia es no avalar lo que está sucediendo”, definió.
“Quienes quedan intentarán sostener la función, pero no es lo mismo que alguien que se dedica especialmente. En seguridad de vacunas no queda nadie, en coqueluche y hepatitis A tampoco”, lamentó. “La función nacional es como de rectoría sobre las provincias. El brote de sarampión se dispersó bastante porque no se logró bloquear como se debería haber realizado. No estuvo la expertiz de Gabriela Elbert y Marcela Yunes, que ya llevaron varios brotes y llevaron el seguimiento de casos hasta el final”, contrastó Selent. Advirtió además que “hoy las coberturas de vacunación están bastante bajas y es una enfermedad altamente contagiosa, por lo que en este contexto es bastante complejo el panorama y no se pueden sostener las políticas que se venían llevando adelante”.
“Todo el tiempo salen a decir que somos ñoquis. Somos personas con muchos años de formación, ganábamos salarios muy bajos y hacíamos esto porque nos apasiona, pero con todo el maltrato que estamos recibiendo, al no estar de acuerdo con las políticas sanitarias, no tiene sentido seguir. Y haciendo una guardia cualquiera ganás lo mismo que en el Ministerio”, expresó Selent contra la estigmatización y el desprestigio que, para colmo, vienen sufriendo quienes quedan afuera.
“Desconocen completamente las labores de las áreas. En la DiCEI estuvimos un montón de tiempo sin director. Las líneas intermedias no conocen lo que hacen las áreas. Ahora tenemos una directora pero no viene del área de vacunas sino de VIH. Creen que todo puede seguir funcionando como si nada porque no conocen lo que hacemos. Es peligroso. Creen que despiden gente ñoqui pero lo hacen desde el desconocimiento. Eso es lo más grave”, enfatizó la infectóloga.
Igual que sus pares, en diciembre rindió el examen de idoneidad, que fue aprobado por toda la dirección. Pese a ello, en enero nadie sabía si le renovarían el contrato. A fines de ese mes aparecieron las listas que confirmaban los despidos y alcanzaban al 30% de la dirección. “Nos está haciendo mal a la salud mental aguantar esto. Por un salario que no lo justifica y quedando pegados a estas políticas. No sabemos si piensan reincorporar a alguien, pero que se den cuenta que no todo el mundo va a aguantar cualquier cosa”. (Vía: Tiempo AR)