La crisis que atraviesa la cooperativa láctea Sancor continúa intensificándose. Mientras la empresa busca un inversor que le permita cumplir con sus compromisos financieros y obtener capital de trabajo, también está llevando adelante un ajuste en su plantilla de personal y ejecutando un plan de contingencia para garantizar el funcionamiento de sus cinco plantas en operación, tres en Córdoba y dos en Santa Fe.
Por el momento, y según fuentes internas, las actividades de producción están paralizadas en la planta de La Carlota, donde se elaboran quesos duros. Una situación similar afecta a la planta de Balnearia, que produce quesos semiduros (pategrás, danbo, fontina y sardo), en la que se esperaba retomar la actividad en los próximos días.
La empresa recibe actualmente unos 250 mil litros de leche diarios para procesar, una cifra muy distante de los cuatro millones de litros que alcanzaba antes de su crisis en 2016. Esto ha llevado a Sancor a suspender la actividad en varias de sus usinas, las cuales están especializadas en distintos productos, dependiendo de la demanda.
A pesar de las dificultades, Sancor mantiene activas algunas de sus plantas. En Córdoba, sigue en funcionamiento la planta de Devoto, donde se elabora queso crema (bajo la marca Mendicrim) y manteca. En Santa Fe, mantiene operativas dos plantas: una en Gobernador Gálvez, dedicada al proceso de maduración y valor agregado de los quesos, y otra en Sunchales, donde se producen dulce de leche y leche larga vida (blanca y chocolatada), así como productos infantiles y en polvo.
La crisis ha llevado a la cooperativa a tomar decisiones drásticas, como la de despedir personal de su actual nómina de 1.350 trabajadores. En los últimos días, se enviaron 300 telegramas de cesantía a empleados distribuidos en diversas plantas de la empresa que estaban bajo el régimen de «jornadas libres» (sin asignación específica) desde hace un tiempo. Según la cooperativa, esta medida se debe a «causa de fuerza mayor», vinculada a la falta de materia prima, lo que se estima se prolongará en el tiempo. En este contexto, no se descarta que el número de despidos aumente.
En cuanto a la salida a la crisis, la principal opción de la cooperativa es la incorporación de un inversor. Sin embargo, las negociaciones para inyectar fondos no han avanzado significativamente. Uno de los principales obstáculos son la deuda de alrededor de 400 millones de dólares y la necesidad de conseguir dinero fresco para recuperar a los proveedores (los tambos), que han migrado hacia otras empresas lácteas debido a los atrasos en los pagos.
Durante la gestión de Alberto Fernández, la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) impulsó la creación de un fideicomiso que, según el gremio, podría haber aportado 60 millones de dólares a la cooperativa. Sin embargo, las dudas internas y las objeciones de las autoridades técnicas, como la Comisión Nacional de Valores, hicieron inviable el proyecto.