Sin el ingenio popular no se puede, pero con el ingenio popular solo no alcanza

El bloqueo masivo y el baiteo presidencial fueron dos casos recientes y exitosos dentro de la opinión pública: el análisis de estos fenómenos permite apuntar algunas ideas sobre la comunicación política en tiempos del gobierno libertario. Spoiler: no hace falta emular el ingenio popular para conducir un proyecto de país.

En las últimas semanas una de las tendencias en redes sociales fue el llamado a un bloqueo masivo de cuentas afines al gobierno de Javier Milei: algunos usuarios de Twitter llamaron a silenciar a otros usuarios de Twitter, cercanos al actual gobierno nacional y/o las ideas libertarias. La acción se basó en compartir los arrobas (nombre de los usuarios en Twitter) para que puedan acceder a las cuentas, bloquearlas y así frenar el impulso (¿y éxito?) de la comunicación libertaria.

Otra tendencia en materia de comunicación fue lo que sucedió con la cuenta @Bot_Jumbo, que durante los primeros meses de gestión de Javier Milei se dedicó a compartir falsas variaciones de precios en la canasta básica. La interacción de la cuenta creció al punto que Milei y el Ministro de Economía, Luis Caputo, la citaron para demostrar una desaceleración de la inflación. Luego de esto la cuenta anunció que era información falsa y que el único objetivo era generar una «domada» de este calibre. El que a baiteo mata, a baiteo muere.

La interacción y su instalación posterior en la opinión pública nacional (medios de comunicación tradicionales, streamers peronistas y no peronistas, charlas de domingo, etc.) determinaron el éxito de estas acciones de construcción completamente diferentes pero con la misma finalidad: horadar el gobierno de Milei.

El bloqueo masivo apunta a una construcción popular: un llamado a la acción que solo puede tener efecto si miles y miles de usuario comparten ese sentimiento, el de bloquear y silenciar a otro; y así disminuir el éxito del rival. El forista @sashapak_ explicó que si bien la acción es colectiva, el efecto tiene más impacto en lo individual: las personas que bloqueen a una o varias de las cuentas denunciadas, verán menos contenido libertario en sus timelines (tl’s o muros) y mejorarán su calidad de vida, pero seguramente no tengan impacto (por más masivo que haya sido el bloqueo) en la interacción de las cuentas libertarias.

La acción de @Bot_Jumbo construyó su hito de otra manera: detectó un tema caliente en la opinión pública (la inflación), una fantasía del imaginario libertario (una caída en los precios) y una marca validada por la mayoría de los argentinos. Solo tuvo que sostener sus publicaciones en el tiempo para que el éxito sea total.

¿Cómo pueden impactar en la vida política del país estas acciones?

Previo a la conclusión cabe destacar que la simbiosis extrema entre las redes sociales y la vida política nacional comenzó durante la gestión macrista: la política de buenos modales y estilo de vida inundó los contenidos políticos al punto de vaciarla de sentido. Es cierto que no había forma de que la política escape a la comunicación vía redes sociales, pero todo indica que fueron las formas de las redes sociales las que dominaron el sentido de la política.

Dicho esto, hoy es posible ver la necesidad de las personas que hacen política por montarse o intentar emular ciertos contenidos exitosos o tendencias en redes sociales: el ejemplo más común es el de los referentes paseando por diferentes emisiones de streaming (al momento parece que mal no funciona, pero con eso solo tampoco va a alcanzar). Y también es posible notar a personas que hacen política y, peor aún que tienen cargos ejecutivos, crear sus discursos a partir de las conversaciones tendencias en redes sociales. Y finalmente, más llamativo aún, la política decidió ser la que reacciona a la realidad: no desea escribir la realidad, prefiere reaccionar. Acá el gobierno de Milei tiene la ventaja y no es su uso de tiktok o las millones de entrevistas en Neura, sino la acertada lectura de avanzar con instalar temas para que luego los demás reaccionen.

¿Entonces qué puede tomar la comunicación política de estas experiencias exitosas?

En principio hay una necesidad muy concreta, la de una victoria, un avance dentro de la opinión pública. A pesar de las diferencias en la construcción de las acciones, las dos apuntan a lo mismo: ocupar el lugar en el que el Gobierno Nacional y La Libertad Avanza mejor se desempeña, y que muchas veces genera esa sensación de ataque/guerra psicológica.

En segundo lugar, estas dos acciones dieron en la tecla y generaron la reacción libertaria: por un lado todas las cuentas que llamaron a bloquear, respondieron (algunas se defendieron, otras se sorprendieron y otras los mandaron a cagar, a estas últimas son las que hay que seguir) y en el otro caso fue directamente Milei/Caputo los que cayeron en la trampa. Definitivamente estas acciones localizaron el corazón libertario y avanzaron sobre este (otra prueba de esto es que Tomas Rebord generó que el Vocero Presidencial, Manuel Adorni, responda una pregunta sobre la invitación a boxear con Emiliano Yacobitti).

Y por último, cabe destacar que la política no necesita generar ningún tipo de estas reacciones, no es la búsqueda que deben llevar adelante. El ingenio popular es para las masas. La política tiene que volver a construir sentido e identidad, con todo lo difícil que es esto. Los contenidos digitales de la política deben estar cien por ciento dedicados a temas solemnes, aburridos y repetitivos. Alguien escribió hace poco que «el país necesita de una camada de políticos que se muera de ganas por aburrir durante dos horas en el programa de Joaquín Morales Sola y no de la camada de políticos que muere por un millón de likes». Es casi una lucha personal contra la dopamina que generan las redes sociales, una suerte de detox para recuperar la energía y desandar el camino que tanto nos hace falta: el del destino común.

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