Conmovedor testimonio de Gabriela González Saavedra, la ex tenista que denunció por abuso sexual a Raúl Pérez Roldan

Gabriela González Saavedra tenía 11 años cuando comenzó a ser entrenada por Raúl Pérez Roldán. Viajaba con Gabriela Sabatini o Guillermo Pérez Roldán. En una nota a un medio nacional, dio detalles de los maltratos y abusos por los cuales denunció al tandilense en la Justicia Federal. ¿Porqué dejó de jugar y porqué decidió dedicarse por años a “ser fea”?, un testimonio en primera persona desgarrador, donde varios detalles más se los guarda a la espera de declararlo en tribunales, en donde habla de acusaciones de abuso sexual agravado.

Raúl Pérez Roldán era el hombre que la Asociación de Tenis había designado para entrenar a los menores que aspiraban a tener una carrera profesional entre los años 70 y 80. Su hijo, Guillermo Pérez Roldan, fue el primero en denunciarlo en 2022. También lo acusó por abuso sexual una de las tenistas a las que entrenaba, Graciela Pérez. Lo investigan por explotación, lesiones, abuso, privación ilegal de la libertad y lavado de dinero. En marzo pasado, el juez federal de Azul Gabriel di Giulio ordenó que se le prohíba su salida del país, que se le coloque una tobillera electrónica y que se le impida ausentarse por más de 72 horas de su domicilio. También le renovó la prohibición acercamiento de cualquier forma a las víctimas y dictó la inhibición de sus bienes para él y para su esposa.

Pero en los últimos días, una nueva víctima se presentó en la causa para denunciarlo. Es Gabriela, que jugó entre los 11 y los 16 años en torneos, en donde Pérez Roldán era parte de la comitiva. Cuando él no iba, ella disfrutaba. Pero los maltratos y abusos se hicieron una constante. Nadie supo de esto. Ni su familia. Por eso no entendieron nada cuando ella, después de un viaje, les avisó que no quería viajar más. Abandonó su futuro porque no quería más. ¿Qué fue lo que vivió? Parte de ello se lo guarda a la espera de declararlo en tribunales, en donde habla de acusaciones de abuso sexual agravado.

“Tenía 11 años. Y la Asociación de Tenis nos seleccionó como el primer equipo que viajaba al exterior de menores para representar a la Argentina en el Mundial de Venezuela, en el torneo Rolex de Nueva York y en el Orange Ball. Para mí era todo nuevo. Yo era una alumna de colegio privado de Belgrano, el Misericordia, y en mi familia siempre habían sido tenistas. Para mí jugar era un juego. No es que te seleccionaban por tu cara bonita. Tenés que haber sido número uno de tu país para poder viajar. Todos estábamos muy orgullosos del logro. Para mí fue todo una experiencia: era la primera vez que viajaba sola sin mis papás. El señor, si se lo puede llamar así, Pérez Roldán junto con su esposa eran nuestros delegados, nuestros cuidadores, tenían el poder de manejar dado por nuestros padres, porque la Asociación así lo imponía en los viajes… Y la verdad es que yo viajé feliz”, contó.

Pérez Roldán “siempre tenía una postura violenta, ofuscada. No había nada que le viniera bien”, recuerda ella. Estaban sus hijos, a los que maltrataba. Con Gabriela Sabatini no se metía. ”Gabriela no hablaba, en ese momento era muy chiquita”, recordó. Pero ella tenía una postura de contestar. El primer cachetazo llegó después de ganar un torneo. El reclamo era porque ella no había jugado como él le había indicado. A ella se le ocurrió contestarle “qué importa si gané”. El entrenador le cruzó la cara de una bofetada. Es el día de hoy que recuerda aquel momento y sigue sin entender aquel golpe.

Con el correr del tiempo se fue poniendo más violento. Insultos hubo siempre. Recuerda aquella Navidad en Nueva York, la primera sin sus papás, cuando se le ocurrio preguntarle cómo iban a festejar. Según detalla, en aquel momento hizo salir a Sabatini de la habitación. Y le dio una cachetada que la cara le quedó ardiendo. “Acá venís a jugar al tenis, no venís a pelotudear”. Tenía 11 años. Se llevaba las Barbis al torneo. Pasó toda la noche llorando.

“A él todo le molestaba y siempre dije era algo conmigo. Creo que necesitaba doblegarme. Después vino mi primer viaje a Europa. El había conformado dos grupos. En Un grupo viajaba Mariana Pérez Roldan, Guillermo Pérez Roldan, Franco David y Patricia Tarabini; y el otro en donde estaba yo con otro entrenador que era de su staff. Cuando él no estaba yo era feliz. Pero se fue poniendo más complicado”, relató. Para esa época tenía 14 años. Y Pérez Roldán la trataba de “putita”.

“Tenía una estructura de cuerpo muy linda, tenía mi cintura, mis pechos, mi cola… En esa época ni calcitas había. Jugábamos con bombachón con puntillas. Y es real que venían chicos a ver los partidos en el exterior, lo cual le molestaba… Yo notaba que le molestaba porque me lo decía. ‘Pareces una putita .Los pibes vienen y te silban porque eso es una puta, estás con el culo al aire, estás con las tetas al aire’… Nada más lejos”, recordó.

Para esa época había ido a verlos el representante de una empresa de ropa para auspiciarlos y ella oyó que la querían contratar. Al verlo lo celebró. “Vos no tenés nada, vos no sos nada’. ‘Pero si yo lo escuché’. ‘El porque te quiere coger’. Yo soy una nena, le dije yo. Y entonces después vamos al hotel y empezó como a tocar los senos… ‘Una nena no tiene estas tetas’. Y me agarraba los cachetes de la cola. ‘No tiene este culo’. Me apretaba tan fuerte los senos que me han quedado moretoneados. Y yo le decía ‘me estás lastimando, ¿qué te hice?’. ‘No se puede ganar contratos por ser puta’. Y yo no entendía ni siquiera lo que era ser puta. La verdad. Yo era una nena”.

“Yo respiraba y él se enojaba y la ligaba…Patadas en el culo, patadas en las piernas…De hecho una vez nos pasó que terminé de jugar un partido y me habían regalado una caja de bombones. Estaba comiendo un bombón ‘movete gorda de mierda’ y yo era así (flaca).. Si me ve ahora se desmaya… Y me hizo poner dos o tres pantalones, hacían no sé…40 grados. Y me hizo correr una hora y yo me descomponía. ‘Seguí corriendo porque te volvés a tu casa’… Y yo decía… Pensar que yo quiero volverme a mi casa”.

No era como ahora que podía llamar a sus padres. Todo el dinero estaba en poder del apoderado. Las llamadas internacionales eran carísimas. Uno de los episodios que más la marcó fue en Padua, Italia, cuando jugando un torneo él volvió a enojarse con ella. Hubo una discusión y él la empujó, con tal mala suerte que la cabeza golpeó con el borde de un mueble y comenzó a sangrarle la cabeza. El se dio media vuelta y se fue. Ella fue a bañarse.

“Siempre que él me tocaba o me pegaba yo siempre me bañaba… Y rezaba”, relató. Al otro día, tenía que jugar. Y en el torneo se desmayó. La llevaron a un hospital para atenderla. “Si hablás te cago a trompadas. Va a ser peor”, le dijeron. Ahí la dejaron, sola, sucia, con la ropa del torneo, mientras le hacían estudios. Una señora internada la miraba con pena. Le pidió a su hija que le alcanzara un vaso de agua. Y ella se animó a pedirle que le prestara dinero para llamar a su casa. Consiguió hablar con su papá y avisarle que estaba internada, que se quería ir. El padre de Gabriela llamó a Pérez Roldán, que minimizó todo. “No le pasó nada, viste como es Gabriela que es ñañosa”, le respondió. El día que la fueron a buscar, le ordenaron que se subiera a la camioneta y que “dejara de joder”.

En aquel momento pensó en contarle a una de sus amigas lo que le había pasado. Pero guardó silencio. “Una vez yo le quise decir a Débora Garat y empecé con ‘cuando estuve internada’ y ella me dijo ‘sí, nos dijo Raúl que te caíste y te golpeaste con la mesa de luz’… Y entonces dije no hablo más nada”, acotó.

“Siempre era lo mismo. Sos una putita, sos una putita . A veces por ahí había un par de pibes que nos venían a ver entrenar y yo creo que a él le molestaba.. No sé, la verdad que no puedo estar en la cabeza de un enfermo, pero yo creo que a él le molestaba mi visualización porque conmigo no ganaba plata. Él ganaba plata con las personas que eran de su grupo de Tandil. Ahí es donde podía hacer más plata. Un día me acuerdo de estar entrenando y había cinco o seis italianos aplaudiéndome, diciéndome cosas.. Me metió en el vestuario, me apretó los pechos, los pezones. ‘¿Esto querés que te hagan? ¿Tan puta sos que querés que te hagan esto? ¿Qué querés? ¿Tocar esto? Y sacó su miembro. Yo ya no podía más…”. Volvió y le dijo a sus padres que no volvería a viajar. Tenía ofertas de contratos y propuestas importantes. Pero ella decía que no. Su familia se murió sin saber por qué.

“Y cuando volví a Buenos Aires literalmente dije me quiero ver fea. Porque si ser linda, tener un buen cuerpo, produce esto en los hombres, yo lo tomaba como hombres… Me dediqué a engordar, a llorar y a dejar de jugar… Y dejé de jugar y no toqué una raqueta más”, señaló a Infobae.

Ese silencio duró hasta hace unos años. Ya había perdido a su marido y en pandemia todos tenían muchas plataformas para pasar el rato encerrados. Su hijo le avisó que había un documental de un tenista. Era la historia de Guillermo Pérez Roldán. Al comenzar a escuchar, tuvo un ataque de nervios que sus hijos no entendieron qué pasaba.

“Me empiezo a poner mal. Yo he visto al padre pegarle a Guillermo. Esa era otra razón. Si al hijo le pega, a la hija la insulta y le pega, por qué no lo va a hacer conmigo que soy un cuatro de copas para su vida… Ahí dije todo lo que guardé durante tantos años, no se guardó, lo tengo que sacar”, dijo. En ese contexto llega su denuncia en los tribunales. La denuncia incluye acusaciones de abuso sexual agravado.

— Si hoy tuvieras, digo, vos, no lo viste nunca más cuando dejaste jugar, siempre elegiste no estar en ningún círculo de tenis para no cruzártelo… Si hoy volvieras a enfrentarlo, ahora, adulta, ¿qué le dirías?

— Qué difícil… Porque ya insultarlo, no le importaría. Yo creo que le diría, vas a pagar lo que hiciste a mí y a un montón de personas más que seguramente también lastimaste como a mí me das pena.

— Después de tantos años ¿pensás que va a haber justicia?

— No lo sé. La justicia tarde no es justicia… Confío más en la justicia divina. Y en eso sé que va a haber Justicia”.

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