La candidatura de Cristina, una jugada inesperada y un debate crudo puertas adentro: qué pasó en la mesa del Frente de Todos

Alberto Fernández pensó que Máximo Kirchner no iría a la reunión en la sede del PJ nacional. Nadie le avisó. Tampoco a la mayoría de los 33 convocados a debatir cómo mantenerse unidos y la estrategia electoral del Frente de Todos. Pero además, y a pesar de las declaraciones a favor de que la coalición no se quiebre, por parte de los fugaces voceros, no hubo una tradicional foto «de familia». La unidad se gestó con asperezas.

Tras cinco horas y media de debate los más satisfechos fueron los dirigentes kirchneristas. Dos ministros albertistas, un gobernador, un sindicalista y una diputada nacional explicaron lo que no se escribió en el documento que tanto costó acordar. «Se formará una comisión para pedirle a Cristina que revea su decisión de no ser candidata» se oyó a Hugo Yasky de la CTA. Algo parecido repitieron el canciller Santiago Cafiero, el flamante jefe de Gabinete Agustín Rossi y el chaqueño Jorge Capitanich.

‘Coqui’ fue otro de los sorprendidos con Máximo Kirchner. El gobernador se enteró de su presencia en el trayecto entre Aeroparque y Matheu 130. Una vez en el primer piso, salieron rápido de la incomodidad Rossi y la ministra Victoria Tolosa Paz que pidieron un aplauso para el diputado en el día de su cumpleaños número 46. Rossi había llegado en el mismo auto que el Presidente, secundados por Cafiero; Tolosa Paz y Julio Vitobello y Juan Manuel Olmos, el quinteto que pasó toda la tarde en Olivos analizando estrategias.

Un rato antes, frente a los afiches de la Vicepresidenta con los dedos en V pegados sobre la cuadra del PJ, el camionero Pablo Moyano había dicho que podía ser ella la candidata pero que también podrían serlo Alberto Fernández, o Sergio Massa o Daniel Scioli. Pidió, como varios más, mejorar la situación social y salarial y consensuar un plan para luego definir candidatos. «Una vez que haya un candidato nos vamos a encolumnar, como siempre» se sinceró.

EL REENCUENTRO ENTRE EL PRESIDENTE Y MÁXIMO

Pasaron un año y dieciséis días sin sentarse a discutir. El Presidente y Máximo Kirchner no se veían desde que el diputado nacional le anunció que no votaría a favor del acuerdo con el FMI y por lo tanto que renunciaba a la jefatura del bloque.

El trabajoso equilibrio en la lista de invitados que operó Alberto Fernández puede haber determinado el cambio de opinión del hijo de Cristina Kirchner. Hasta ayer a la tarde se anunciaba que no iría. Pero luego fue de los primeros en llegar junto a Eduardo ‘Wado’ de Pedro, otro kirchnerista sin fisuras. Detrás suyo ingresaron el ministro bonaerense Andrés Larroque, la senadora Anabel Fernández Sagasti y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.

Todos se habían reunido con la Vicepresidenta en su despacho del Senado, acordaron la estrategia y desembarcaron en el PJ para volcar la discusión hacia su lado. Puesto en marcha el plan Cristina Kirchner, se fue a su casa para seguir desde allí las instancias de la discusión que terminó a la 1.45 de la madrugada.

La palabra ‘maldita’ -proscripción- condicionó el documento final. El Presidente advirtió que si se habla de proscripción es una estigmatización tanto para Cristina Kirchner, si fuera candidata este año, como para cualquier otro que se presente. Significaría que el que va en la boleta sólo está porque ella no puede estar. Con sutileza se salvó la enorme diferencia.

«Quienes integramos esta mesa tenemos como responsabilidad disponer las acciones necesarias para impedir la proscripción de la compañera Cristina Fernández de Kirchner», dice el texto difundido cuando casi todos se habían retirado. El título fue un genérico: «Democracia sin proscripciones. Unidad para transformar».

Un albertista relativizó la posibilidad de que Cristina ya esté camino a la candidatura. «Tenemos que salir de la trampa de la proscripción» fue todo lo que dijo para mostrar que la defenderán y cumplir el pacto de no contar detalles de lo sucedido puertas adentro.

Lo que ocurrió fue un intercambio áspero en el que todos hablaron, con la suficiente franqueza como para no atragantarse enojos y recelos pero sin que corra sangre, dijeron. La palabra unidad fue la más repetida, por temor a la vuelta de Juntos por el Cambio y en especial -se lo nombró- de Mauricio Macri.

QUÉ LOGRÓ EL PRESIDENTE

Para apaciguar ánimos hubo mimos para Cristina Kirchner, «cuyo liderazgo y potencia electoral no nos puede ser arrebatado». Y para Fernández a quien se le reivindicaron «esfuerzos» durante estos años a pesar de la pandemia y la crisis mundial.

Aunque no se autoexcluyó, tampoco el Presidente fue determinante sobre su propia candidatura. Algunos apuntaron que no podría presentarse nadie si él fuera por su reelección. Y hubo quien infirió que se analizarán encuestas antes de una determinación. Está claro que la cumbre no terminó de saldar estas diferencias.

Lo que consiguió el Presidente fue acordar el uso de las Primarias. Aprovechó como argumento que fueron generadas por la propia Vicepresidenta y que ayudan a contener la diversidad interna. «Las PASO son la herramienta institucional creadas por nuestro gobierno en el año 2010, para abrir la participación de los partidos y sintetizar las diferentes visiones de un proyecto común», se escribió.

El mismo texto cuestiona los «poderes concentrados» y «el anacronismo de una derecha que concibe al país como una plataforma de negocios para pocos» mientras admite la necesidad de bajar la inflación y mejorar el poder adquisitivo de los asalariados.

Redaccion

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