La cooperativa Falucho nació en 1970. Tener más de 50 años de vida no es algo común para una cooperativa de construcción. Con más de 3.300 viviendas construidas y 200 trabajadores activos, Falucho es referente del cooperativismo en general y de la construcción en particular. Entre los principales proyectos que hoy tiene Falucho, se encuentra la construcción de novedosos paneles confeccionados a base de desperdicio de trigo, con la intención de remplazar al durlock como material de construcción.
“Es algo que existe en algunos países del mundo. Ese rastrojo de trigo, que generalmente se quema en una mala práctica ambiental, se puede convertir en paneles para hacer paredes, que remplazarían al durlock; sobre todo, para paredes interiores. El durlock proviene del petróleo, por lo cual esto es más amigable con el medioambiente y tiene también mejores prestaciones porque se podría usar para techos y para exteriores. Pero en principio lo usaríamos para sustituir el durlock”, resumió Carlos Mansilla, secretario de la cooperativa.
El proyecto viene de hace unos años, pero fue frenado por la inclemencia de la pandemia. “Estamos en etapa de aprobación por parte de las autoridades. Una vez obtenida, procederemos con la instalación de una fábrica de esos paneles en la zona de Tandil. Ya tenemos un acuerdo con la municipalidad. La idea es instalarlo en el mercado como un remplazo del durlock”, completó Mansilla.
En este proyecto, Falucho está asociada a la empresa Bioceres y a la empresa australiana Ortech, poseedora de la tecnología para convertir el rastrojo en paneles. “Las últimas conversaciones que tenemos es que Bioceres, que haría la inversión, ya estaría en condiciones de iniciar los trámites de importación de las máquinas y nosotros trabajaríamos en la construcción de la fábrica y en la utilización de los paneles. Para Argentina, es algo de vanguardia, pero en algunos lugares del mundo se usa hace mucho”, explicó Mansilla.
Tandil es la zona elegida “porque es triguera y porque ya habría un acuerdo con la firma para que sea también un ingreso extra para los productores agropecuarios de la zona, que tiran o queman este desperdicio. Sería beneficioso para todos”, finalizó.
Falucho, una cooperativa que construye
La vida de las cooperativas de construcción no suele ser larga porque dependen mucho de las políticas de desarrollo coyunturales. “Cuando el Gobierno que está hace aparecer el crédito hipotecario funciona muy ben. Dependemos mucho de las decisiones de los Gobiernos provinciales. Hay provincias que trabajan muy bien, otras no hacen nada. En los últimos 30 años, hemos trabajado mucho con la provincia de Buenos Aires”, resumió.
“Generalmente, las cooperativas de viviendas nacen y mueren con el primer barrio que hacen. Nosotros terminamos el barrio números 53”, apuntó y agregó: “Nos hemos profesionalizado en la construcción y hemos participado mucho en licitaciones públicas para arreglos de escuelas, centros de salud y viviendas. Lo hacemos en libre competencia con empresas privadas del sector”.
En conjunto con otras cooperativas, Falucho conformó la federación Unicop, que a su vez pertenece a Coopar. Esto “nos ayudó mucho a la profesionalización de la actividad”. Hoy, “buscamos trasladar nuestra experiencia a otras cooperativas; tenemos 150 obreros, más administrativos, somos unas 200 familias directamente vinculadas a la cooperativa”.
Finalmente, Mansilla destacó: “Hemos tenido muchos momentos de crisis, pero nos levantamos. Buscamos que el movimiento cooperativo pueda tener su propia herramienta de financiación. Para todo eso, se necesita un clima económico más estable. Con una ley de política de vivienda más estable, tendríamos un escenario mucho más favorable.