«Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Para ejercer con criterio profesional hay que comprender a los demás» escribió en su momento Ryszard Kapuscinski. A entender las dificultades de la sociedad, hay que estar preparado para comunicar las alegrías, los festejos y la verdad, sobre todo la verdad. Somos testigos de la realidad y buceamos siempre en la precarización laboral. El periodismo debe adquirir hoy una cualidad que en psicología se denomina “empatía”. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural los problemas de los demás.
En el día del periodista podemos traer a nuestro presente a Gabriel García Márquez, que en la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa de 1996, dio el famoso discurso «El mejor oficio del mundo». Allí expresa su sentir acerca del periodismo, cómo lo vivió y cómo se debería aprender. “Para ser periodista hace falta una base cultural importante, mucha práctica y también mucha ética”. Por las inquietudes que tenía sobre la ética profesional, la rigurosidad y la calidad narrativa del oficio periodístico sostenía: “La ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”.
La honestidad y la veracidad de los hechos que se cuentan, es quizás, lo más importante de esta profesión. En cierto punto resulta también un oficio violento por los tratos, las formas de ejercerlo, sumergidos en muchos casos en lo profundo de la escala salarial. Entendido en ocasiones por los detractores como un pasatiempo para el cual hay que saber pensar, escribir y sentir lo que se está contando. En Argentina tenemos muchos que no informan, que opinan en nombre de la objetividad y sacan chapa del periodismo independiente. Siempre en este oficio hay que jugar limpio con el lector, la subjetividad no se debe confundir nunca con la falsedad.
El oficio del periodista ya no es violento, como tituló alguna vez Rodolfo Walsh, y está lejísimos de ser “el más lindo del mundo”, como lo definía Gabriel García Márquez. Ni violento ni lindo, ahora es doloroso y en forma de negocio. Feliz día a los muchos trabajadores de prensa que atraviesan momentos difíciles de precariedad, trabajo en negro y salarios insuficientes.