¡Argentina campeón! La final que cambió la historia en una noche inolvidable

La gloria de una noche para sepultar 28 años de decepciones. Sí, fue posible. Es real. Una copa tangible para materializar tantos sueños incumplidos. Un equipo robusto con lo que demandada la cita: alma de campeón. Ya no habrá que repetir como una letanía el título de la Copa América 1993. Hay herederos, nombres y hombres que inauguraron una nueva dinastía, que espantaron fantasmas y enterraron maleficios. Futbolistas que pusieron piernas, cabeza y corazón (mucho corazón) para el cambio de una era: Argentina campeón. Contra el Brasil de Neymar y en el Maracaná, como para no bajarle ni un céntimo al precio que hay que ponerle a este título costosísimo.

Un campeón que fue fiel a la identidad que desarrolló en el torneo. Golpeó primero, fue astuto, y defendió el 1-0 con una fiereza inquebrantable, conmovedora en los últimos minutos. Pudo con el maleficio de tantos años de sequía e incontables estadísticas en contra en la comparación con Brasil, que era favorito en todo y terminó rebotando contra un campeón corajudo, de una valentía que no supo de ningún renunciamiento.

Con retraso llegó la recompensa que Messi tanto anhelaba y se merecía. Mientras sus compañeros lo revoleaban en medio del Maracaná como solo se hace con los líderes, por la cabeza del capitán habrá pasado que la compensación es enorme, suficiente para poner un dique a la correntada de sinsabores. Compartir una emoción de Messi en el seleccionado también era una experiencia inédita, de colección.

Jugaron como hombres, lloraron como quien consigue una hazaña y de felicidad en los festejos. El espíritu de equipo que se venía cocinando alcanzó su punto más alto en la noche indicada. Por 13° partido consecutivo, la Argentina se le adelantaba en el resultado al rival de turno. Una costumbre, una especialidad que en el gol de Di María trajo una gran novedad en esta Copa América: por primera vez en los 12 tantos en el torneo, Messi no convertía, no asistía ni participaba en la gestación de la jugada.

Tenía que ser dramático el final, no podía ser de otra manera entre estos dos grandes rivales y un resultado que estaba en la cornisa. A cuatro minutos del final, Dibu Martínez, sin penales de por medio, «le comió» un remate de gol a Gabigol. Tuvo Messi el segundo, pero la pelota le quedó atrás ante Ederson. No habría que lamentarlo. Había un equipo coriáceo para resistir con la última tanda de cambios de Scaloni.

Llegó un título, el que no pudo ganar una generación notable de jugadores, como Verón, Ortega, Zanetti, Mascherano, D’Alessandro, Crespo e Higuaín, entre otros. Llegó. Era hora. Histórica, sublime e inolvidable.

Fuente: La Nación Deportes

Redaccion

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