La Fiebre por las Partículas

Por Adrián Paenza

Por un instante, póngase en el lugar de Tomas Alva Edison en el momento en el que pudo -por primera vez- encender una lamparita o cuando Franklin recibió la primera carga eléctrica. El título de este artículo se corresponde al título del documental que ofrece para gente como usted y como yo, legos, decididamente no expertos, la posibilidad de entender o aproximarnos a entender lo que fue el avance científico en física más significativo del último siglo.

El documental (que en inglés se llama Particle Fever) describe el camino que siguieron seis científicos brillantes durante el lanzamiento del Gran Colisionador de Hadrones (GCH), que nosotros conocimos como “La Máquina de Dios”.

Enclavados en la frontera suizo-francesa, estos seis científicos relatan el proceso que culmina con la puesta en marcha del GCH, que hasta hoy fue el emprendimiento científico más grande en dinero invertido y más ambicioso en la historia, llegando y empujando el borde o la frontera del conocimiento. La idea del documental es tratar de resumir en forma sencilla lo que para nosotros es virtualmente imposible de desentrañar (una vez más, ‘hasta hoy’): tratar de recrear las condiciones que existían inmediatamente después del Big Bang e intentar encontrar al famoso bosón de Higgs.(1)

Los físicos teóricos predecían su existencia, pero hasta ese momento particular, no había confirmación empírica. La teoría afirmaba que existía. Las herramientas con las que contaba el hombre no eran suficientes para corroborarlo, para ‘verlo’. Más de diez mil científicos (y le pido que lea de nuevo el número: 10.000) de más de cien (otra vez, lea de nuevo: 100) países, unieron sus intelectos, conocimientos, creatividad y empuje en pos de encontrar el bendito Bosón de Higgs, y de esa forma explicar el origen de toda la materia.

Ahora se abre un mundo distinto: ¿habremos alcanzado nuestro límite para comprender por qué existimos?

Hay un punto específico del documental en el que me quiero detener. Sucede el 4 de julio del año 2012. Justamente esa mañana particular, los científicos allí reunidos, decidieron hacer público el mayor anuncio de sus vidas. Después de haber invertido 20 años en el diseño y construcción del GCH, y haber sufrido un desperfecto inicial que pareció desmoralizar a todos, poco después de haber resuelto el problema, estaban en condiciones de anunciarle al mundo que habían descubierto el bosón de Higgs, una partícula sin la cual la vida y el universo tal como lo conocemos no podría existir.

Al año siguiente, Peter W Higgs y Francois Englert, cuyo trabajo teórico en la década de 1960 predijo la partícula de Higgs, ganaron en forma conjunta el Premio Nobel de Fisica. Pero el punto al que hacía referencia es el momento del documental en donde se ve a David Kaplan (físico teórico) explicándole al público que desbordaba la sala en la que se producía la charla, las razones por las cuales habían construido lo que la doctora en física experimental Mónica Dunford llamó ‘un reloj suizo de cinco pisos’. En un momento determinado del discurso de Kaplan, un economista exige (sí, ‘exige’) saber qué puede ganar la gente con el experimento multimillonario: “¿Cuál es el rendimiento económico? ¿Cómo justifica usted todo esto?”

Pareciera increparlo a Kaplan como si le estuviera pidiendo que le ‘rinda cuentas’. Kaplan, con parsimonia lo descoloca con la respuesta: ¡¡¡“No tengo idea”!!!! Pero no se queda allí: “Los grandes avances de la ciencia básica ocurren a un nivel en el que no se pregunta ‘¿cuál es la ganancia económica?’, sino que uno se pregunta ‘¿qué es lo que no sabemos y dónde debemos progresar? Impecable. De una lógica invulnerable.

“En su forma más pura, la ciencia básica en general y la matemática en particular no tratan de encontrar aplicaciones prácticas de ingeniería o de sacar provecho de ellas, aunque esas cosas a menudo suceden más tarde, a veces mucho más tarde. Se trata simplemente de aprender algo que no sabíamos antes. Entonces, cuando usted me pregunta ‘¿para qué sirve el colisionador de partículas (GCH)? yo le contestaría que puede que no sirva para nada… o mejor dicho, para nada más que comprender todo”.

El prestigioso físico teórico Nima Arkani-Hamed describió estos esfuerzos en física fundamental como ‘tratar de comprender, de la manera más simple posible, el conjunto más pequeño de principios básicos del que todo lo demás -en principio- es un derivado. Cuantas menos sean las suposiciones, las aproximaciones, las contorsiones que tengamos que hacer con el pensamiento, más cerca estaremos de la verdad. Nada menos’.

La Argentina es un país muy privilegiado. A pesar de los embates y los azotes que la ciencia (y los científicos) recibieron por décadas, en donde fueron ninguneados y maltratados por distintas bandas salvajes de políticos… decía, se doblaron pero no se quebraron. Y sería bueno que alguna vez tuvieran el reconocimiento que todavía no aparece como debiera. Y no me refiero a la gratitud que inexorablemente el pueblo siente hoy por lo que los científicos produjeron -por ejemplo- con las vacunas para detener la pandemia y logradas en tiempos record, inéditos y sin precedentes. No estoy expectante de palabras ni de discursos grandielocuentes. No. Espero que el país cumpla la ley votada unánimemente por ambas cámaras y por todos los partidos, y que dice que la inversión en ciencia en general y ciencia básica en particular tiene que llegar al uno por ciento del PBI. (2)

No hace falta -creo- que diga que ese número debería ser mucho mayor si uno incorporara la inversión del sector privado pero eso será -inexorablemente- una consecuencia de lo que haga el Estado. Solamente así podremos hacerle a la ciencia un reconocimiento genuino, o como dice una película cuyo nombre ignoro (pero estoy seguro que usted, si llegó hasta acá, sabrá rellenar el hueco de mi ignorancia): ¡ponga el dinero en donde pone la boca!

(1) El bosón de Higgs es una de las partículas elementales. Una partícula se llama elemental si no está compuesta por ninguna otra. Entre ellas están los fermiones, quarks, leptones, antiquarks, antileptones, bosones … Dicho de una manera pedestre, si uno intentara romperlas no encontraría nada en su composición. En alguna época se suponía que las partículas más pequeñas eran los átomos (que viene del griego: ‘imposible de cortar’), pero con el tiempo aparecieron otras aún más chicas. Se habían encontrado nueve (partículas elementales) pero la teoría indicaba que ‘faltaba una’: el bosón de Higgs, que se descubrió en el CERN, el laboratorio del que estamos hablando.

(2) Con respecto a la Ley de Financiamiento de CyT, lo que se fija es un incremento progresivo de la FUNCIÓN CIENCIA Y TÉCNICA DEL PRESUPUESTO. Y dice explícitamente que es para los organismos que existen HOY, si se crean nuevos se deben crear con presupuesto. 1% a 2032 (10 años). Es cuadruplicar lo actual, mas o menos»

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