La cifra de muertos por coronavirus en Brasil, que este miércoles superó los 300.000, podría llegar a 400.000 en dos meses o incluso antes. Así lo advirtieron autoridades sanitarias, que señalaron que esa progresión podría disminuir si el gobierno del presidente Jair Bolsonaro cambiara su actitud de negarse a imponer una cuarentena nacional.
El recrudecimiento de la pandemia en Brasil este año, con record de muertos y el sistema sanitario al límite o directamente colapsado en algunos estados, pone en jaque a todos los países de la región y amenaza a todo el mundo. «Lamentablemente, la terrible situación de Brasil también está afectando a los países vecinos», afirmó Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el martes pasado, y agregó que es «crucial» adoptar las medidas para frenar el avance del coronavirus.
El organismo destacó un repunte de casos de covid-19 en los estados venezolanos de Bolívar y Amazonas, así como en el departamento de Pando, Bolivia, y en Loreto, Perú, todos colindantes con el gigante sudamericano.
La circulación masiva de la variante brasileña o P.1, la mutación del virus SARS-CoV-2 que surgió en el Amazonas y demostró ser mucho más virulenta, está en el centro de esta nueva oleada. Tras su detección en la ciudad de Manaos a finales de 2020, muchos países cerraron el paso por aire y tierra a viajeros provenientes de Brasil en un intento de frenarla.
Sin embargo, tres meses después la variante ya ha sido identificada en 32 países y territorios americanos y también en otras partes del mundo. Argentina es uno de los lugares donde está presente.
El martes pasado Brasil batió un nuevo récord al registrar 3.251 muertos en 24 horas. Un día después, traspasó la franja de los 300.000 fallecidos al sumar otros 2.224, mientras 12,2 de sus 210 millones de habitantes se han infectado.
La presión llevó a Bolsonaro, escéptico del virus y un obstinado opositor del confinamiento, a conformar un comité de crisis «para decidir el rumbo del combate» de la pandemia. Pero la decisión llega cuando 23 de sus 27 estados reportan un 85% de ocupación de sus Unidades de Cuidados Intensivos y se multiplican las denuncias de escasez de oxígeno y otros suministros médicos.
«La velocidad con que está aumentando el número de muertes es grave», explicó el médico e investigador Carlos Machado, titular del Observatorio Covid-19 del Instituto Fiocruz de Río de Janeiro, centro estatal de investigaciones y fabricación de vacunas.
«Si se mantiene este ritmo en dos meses o quizá en menos de dos meses podemos llegar tranquilamente a los 400.000 muertos. Esto es una verdadera tragedia», agregó.
Al anunciar la creación del comité de crisis, Bolsonaro respaldó una campaña de «vacunación masiva», pero no dio aval al aislamiento social decretado por varios gobernadores, al cual ha comparado con un «estado de sitio».
La posición del Gobierno es «equivocada», puesto que el «confinamiento es un remedio amargo, pero el único remedio eficaz contra la pandemia», afirmó Machado.
El investigador señaló que ante la falta de un «confinamiento nacional» y el «bajo número de testeos», la variante P1 de Amazonia podrá mutar dando lugar a «una variante más agresiva que demande nuevas vacunas».
Uno de los estados que ha tomado medidas es Río de Janeiro, el más visitado por turistas extranjeros, que días atrás decidió el cierre de las playas y otras restricciones. Su gobernador, Claudio Castro, dijo que se desalentará el traslado de turistas durante el «feriado» que se iniciará mañana y concluirá el 4 de abril. El aislamiento fue votado por la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, que adelantó varios feriados para que se pueda extender el período de inactividad y empalmarlo con la Semana Santa.
Fuente: Pagina12