“El Covid-19 tiene orígenes anclados en modelos de consumo y producción”

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad están en las causas de la pandemia que tiene en vilo a la humanidad. El riesgo de nuevas pandemias, las acciones para prevenirlas, el negacionismo y la necesidad de cambiar la forma en que vivimos en la charla que Télam mantuvo con Pilar Bueno, una de las expertas en medio ambiente más destacadas del país.

El 2020 será recordado como el “Año de la Pandemia”. También como el año más cálido de la historia. En cualquier caso, de la que se trata es del cambio climático o de qué manera estamos convirtiendo al planeta en un lugar donde es cada vez más difícil vivir.

“Las transformaciones (en el medio ambiente) generan este tipo de pandemias, se sabía que esto iba a pasar y se sabe que cada vez va a haber más pandemias con origen zoonótico”, advierte Pilar Bueno, investigadora del Conicet y co-directora del Centro de Estudios en Politicas Ambientales de la Universidad Nacional de Rosario.

Es que el año pasado registró un aumento de la temperatura media de 1,25 ºC respecto a la era preindustrial, cerrando la década más cálida desde el incio de la era moderna. Esto ocurrió a pesar de que la paralización de la economía mundial por la pandemia desatada por el Covid-19 provocó una disminusión del 7 % de la emisión global de dióxido de carbono, el gas que más contribuye al calentamiento del planeta.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente alertó que la concentración de gases de efecto invernadero continúa en aumento y el impacto de la reducción en la emisión puede ser irrelevante. Por este camino la Tierra va hacia un aumento de temperatura superior a 3 grados este siglo, cuando en el Acuerdo de París se estableció en la mitad de esa cifra el incremento deseable.

“Es nuestro sistema de consumo y producción el que genera esta situación, fundamentalmente mediante la quema de combustibles fósiles. También a través del resto de nuestro modo de vida, como el tipo de productos que consumimos o los sistemas de alimentación”, asegura Bueno en diálogo con Telám.

-La década 2011-2020 fue la más cálida desde el inicio de la era industrial y el Servicio Europeo Copernicus sobre Cambio Climático aseguró que el año pasado fue el más cálido de la historia junto a 2016 ¿Por qué parece tan lejano frenar el cambio climático?

-Desde 1990 sabemos que el cambio climático se deriva de las acciones humanas. Es nuestro sistema de consumo y producción el que lo genera, fundamentalmente mediante la quema de combustibles fósiles. También a través del resto de nuestro modo de vida, como el tipo de productos que consumimos o los sistemas de alimentación. Las consecuencias de esto aparece en los eventos extremos que estamos viviendo, como bajas temperaturas inéditas, el incremento de las lluvias y de las sequías en áreas que ya eran lluviosas o secas, el continuo derrimiento del Ártico, que está generando un incremento en el nivel del mar. Necesitamos salir del nicho de los especialistas y comprometer a toda la sociedad para detener esto.

-La pandemia “detuvo el mundo” y durante 2020 se produjo una caída del 7% en las emisiones de dioxído de carbono. Sin embargo, no disminuyó la concentración de gases en la atmósfera…

-El informe “Unidos por la Ciencia”, elaborado en diciembre del año pasado por científicos de distintas organizaciones internacionales, reveló que las emisiones se iban a reducir pero abriendo una serie de interrogantes, como en cuánto se iba dar esa disminución, si iba a permear la concentración y qué va a pasar cuando retorne la normalidad. El problema acá es que el efecto rebote, que se produce después de cada retracción económica, va a ir diluyendo ese 7%, cuando en realidad lo que necesitamos es que haya una reducción sostenida de las emisiones.

-¿Para enfrentar el cambio climático se debe cambiar el modelo productivo y de consumo a escala global? ¿Qué debería contemplar la ansiada recuperación económica post-Covid?

-La transición hacia un nuevo modo de vida va a suceder querramos a no, porque de lo contrario vamos a un mundo arriba de 3 grados (respecto a la era pre-industrial). Hay que ir hacia una transformación del paradigma de consumo, rencauzando nuestra percepción sobre la relación que establecemos con los bienes materiales. También respecto de la quema de combustibles fósiles. Necesitamos una transición hipocarbónica anclada en las energías renovables, donde cada país y cada región tiene distintas cuestiones para ofrecer. Hay zonas excelentes para crear parques heolicos, otras para la energia solar, etc.

-El cambio de paradigma para esa transición parece ser también cultural.

-Hay un conjunto de elementos que hacen a esa transición y que tienen que estar presentes en nuestra generación y en las generaciones que vienen. Por ejemplo, poner en cuestión las cosas que nos dijeron toda la vida, como que tener más cosas es ser más feliz. Puede haber otros modos de vivir en el planeta.

-¿Qué queda del lado de los estados y de los gobiernos y qué de la responsabilidad individual?

-Como dice el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), toda emisión y toda reducción cuenta. Eso significa que el esfuerzo individual aislado no va a mover el amperímetro pero tampoco lo mueve el esfuerzo multilateral del Acuerdo de París por sí solo. Necesitamos de todos. Si puedo salir caminando o en bicibleta en vez de hacerlo con el auto, si puedo montar paneles solares en mi casa o seprar los residuos, estoy haciendo algo. Hay que ver cómo podemos hacer desde las políticas publicas para que esto no sea solo voluntario. Obviamente sin afectar a los más vulnerables, quienes evidencian más los efectos del cambio climático y tienen menos recursos para enfrentarlo. La politica tiene que ser lo suficientemente contundente para poder empezar de arriba hacia abajo, motorizando a toda la sociedad.

-La responsabilidad del sector privado, de las empresas, también es importante…

-En paises como el nuestro los privados aparecen muy cómodos y tienen que tener un rol clave dentro de la transición, ya que sin ellos tampoco alcanza. Son parte del problema y deben ser parte de la solución. El dueño de una Pyme vive en la misma ciudad que vivo yo, no es como el dueño de una trasnacional. Tenemos que comprometerlo con el cumplimiento de las normas pero también involucrarlo socialmente. Hoy sabemos, por ejemplo, que las energías renovables son más competitivas que las fósiles. Y esta información debe llegar a los inversores.

-En noviembre próximo se celebrará la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático ¿En qué medida la salida de Donald Trump de la presidencia de los Estados Unidos puede provocar avances?

-Estamos esperando que la llegada de Biden venga acompañada de un regreso al Acuerdo de París. Además de la presentación de una nueva Contribución Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que es el documento que presenta cada país con su contribución para reducir emisiones y en qué sector, como así también las acciones de adaptación, mitigación y financiamiento. Esperamos más que una vuelta a 2016, esperamos mayor ambición. Esperamos que en 2021 Estados Unidos anuncie sus compromisos de financiamiento, su NDC, su compromiso de neutralidad carbónico a 2050 como ya hicieron China y la Unión Europea y a reconstruir el andamiaje interno de la normativa que la admistración saliente tendió a destruir, vinculada con transporte, con electordomésticos, con quemas de combustibles fósiles, etc.

-El compromiso de neutralidad carbónica a 2050 de China, la Unión Europea y Estados Unidos ¿Por qué es tan importante?

-El Acuerdo de París establace que para mediados de siglo, como máximo, hay que alcanzar una neutralidad entre la cantidad de emisiones que generamos y las que somos capaces de absorver. De todos los sectores económicos hay solo uno que naturlamente tiene capacidad de emisión y recepción, que es el sector forestal. Por esto es muy importante avanzar en la cobertura forestal pero no en cualquier cobertura, sino en una acorde al ecosistema y a las necesidades de absorsión. Entonces, hay que reducir las emisiones, incrementar la cobertura forestal para neutralizar las emisiones que ya existen, ya que de un día para el otro no apagamos las luces, ni siquiera con la pandemia, que nos encerramos en casa y encendemos la computadora… Para contrabalancear eso es necesario mayor cobertura vegetal y revisar opciones tecnológicas. Pero si no se reducen las emisiones no hay modo. En esto toda la ciencia es muy clara: sin reducciones no se puede hacer nada, no hay cobertura vegetal ni geoingenieria que aguante.

-Hay posiciones negacionistas, en las que Trump quizás fue solo la punta del icerberg ¿El negacionismo respeto al cambio climático es parte de un negacionismo mayor, que va desde negar los genocidios hasta la efectividad de la vacuna para enfrentar el coronavirus?

-El negacionismo climático dentro de la ciencia tiene un porcentaje bajísimo. Era de un 5% hace 10 años y hoy es menos del 1% a nivel global. El porcentaje de científicos que niegan el cambio climático está en extinción. En cuanto al negacionismo social creo que es fuertemente político. Si utilizas un micrófono global, como es la presidencia de un país sumamente significativo por su potencia económica, militar, política, etc. y usas ese gran amplificador global para decirle a la gente que el cambio climático no existe, que es un invento, por supuesto que la gente duda y empieza a absorver toda esa información. Y acá sí hay un paralelismo con otros negacionismos, por ejemplo con la vacuna.

-¿Cuál?

-Si usamos los medios de comunicación y algunos micrófonos políticos para decirle a la gente que la vacuna rusa es una porquería, que las vacunas son una porquería, que la vacuna tal es mejor, etc, y ante esto mucha gente no puede dar una respuesta informada, e incluso a aquel que puede evaluar criticamente esa información esto le genera duda, entonces estamos convirtiendo un mensaje politico en un desestabilizador social. Y eso es control social y control político. Por eso creo que el negacionismo del cambio climático es también un artilugio político. Es una herramienta que puede utilizar un gobierno en un momento, un empresario para decir esto no existe entonces yo sigo invirtiendo en combustibles fósiles, o un científico. Por eso hay que ser muy claros sobre cómo utilizamos los amplificadores politicos, sociales o mediáticos. La responsabilidad colectiva que tenemos sobre cómo utilizar esos amplificadores es cada vez más importante.

-¿El cambio climático tiene que ver con la pandemia, con el surgimiento de esta forma del coronavirus que padecemos hoy?

-El Covid-19 tiene orígenes anclados en nuestros modelos de consumo y producción porque es una pandemia zoonótica. En tanto tiene orígenes zoonóticos está vinculado al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad. Los expertos en biovidersidad, en 2019, cuando publicaron su informe sobre la extinsión de especies fueron clarísimos respecto esto. Si tenemos dos tercios de los ecosistemas de la Tierra que están seriamente transformados en virtud de la pérdida de biodiversidad, porque los animales pierden los ecosistemas que le dan abrigo, alimento, y se van hacia otros ecosistemas, todas esas movilizaciones generan zoonosis. No solamente entre animales que antes no coexistían y ahora empiezan a coexistir como producto de esas migraciones sino también entre animales y seres humanos.

-Esto no es una especulación…

-Todo esto está plenamente demostrado. No en escritos alternativos sino en documentos de organismos internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Plataforma de Expertos sobre Biodiversidad de la ONU, etcétera Esas transformaciones generan este tipo de pandemias y, como dicen los informes de esos organismos, se sabía que esto iba a pasar y se sabe que cada vez va a haber más pandemias con origen zoonótico. Que esto no se quiera decir en voz alta, muchas veces, es también una posición política.

-En este contexto parece imprescidible repensar el diseño de las grandes ciudades.

-Las ciudades tienen un rol muy importante. Son responsables de apróximadamente el 80% de las emisiones globales. Tenemos que pensar cómo convertir a las ciudades en pulmones y no en espacios de cemento. Esto es parte del diseño urbano y de la decisión política con que este se haga. Es decir, menos de lo que venimos viendo hasta ahora, avenidas más anchas, edificios, consumo de energia tradicional, y más lugares para caminar, para transportarse en bicicleta, corredores naturales capaces de generar esa respiración que necesita el ecosistema urbano. Las transformaciones tienen que ser definitivas, rápidas. El cambio climático no es un tema, es el principal desafío global de nuestra época.

-¿Qué puede hacer cada uno de nosotros para enfrentar el cambio climático?

-Todo cambio empieza por uno y desde lo individual va al plano colectivo. Tengo que generar transformaciones en mi propia casa para poder proyectar eso hacia fuera. Fomentar prácticas de compostaje, de separación de residuos, utilizar menos los vehículos convencionales y más la bicicleta y las caminatas, repensar los niveles de consumo junto al resto de los integrantes de la familia. Y esto también tiene que verse reflejado en el trabajo, en la universidad, en la escuela. La cuestión es cómo proyecto y promuevo estas transformaciones en quienes me rodean. Junto con esto tengo que generar una demanda climática y ambiental en las urnas. Tengo que requerir que quienes están generando plataformas electorales a nivel local, regional y nacional me demuestren que van a tener un plan efectivo para reducir emisiones, para incrementar la cobertura, para todo esto que venimos hablando. En definitiva, incrementar la demanda social de ambiente, de clima, en todos los planos.

Nota de Télam

Relacionado