Continúa la discusión en redes sociales por las fumigaciones rurales: piden un debate profundo sobre el uso de pesticidas

El Ingeniero Industrial e Investigador de Medioambiente, Luciano Villalba, se sumó al debate por las fumigaciones rurales en Tandil. En su cuenta de Facebook respondió las declaraciones del bioquímico Fernando Manera en el Diario de Tandil y aseguró que es necesario «un debate plural y profundo sobre el uso de pesticidas y otros químicos, sobre la producción de alimentos, sobre nuestros modelos de desarrollo y tantos etc. Pero tiene que ser sobre la base de análisis honestos y científicamente válidos».

El texto completo de Luciano Villalba

«En una nota publicada ayer en El Diario de Tandil, el bioquímico Fernando Manera (no lo conozco, aclaro) plantea algo interesante y muy cierto: todos los químicos que se introducen en el mercado (limpieza, insecticidas, cosméticos, etc.) lo hacen con muy poco control y son una amenaza real a la salud de la población. Es una de las pocas cosas que intento que mis alumnxs incorporen sí o sí en mi clase de economía circular: la materia no se crea ni se destruye, se transforma. Y todos los químicos no degradables que se ponen en el mercado se almacenan un tiempo y luego se dispersan en el ambiente durante su uso o al final de su vida útil, donde impactan en mayor o menor medida en nuestros ecosistemas. Los ensayos eco-toxicológicos son prácticamente inexistentes y lo que nunca se va a poder ensayar es cuál es el impacto en los seres vivos de la combinación de distintas moléculas (muchas se juntan, tarde o temprano, en nuestros cursos de agua), lo que llamamos el efecto coctel.

Ahora bien, dicho esto, quisiera aclarar algunos de los puntos que avanza. Primero, porque pareciera que el hecho de haya químicos que se usan en el hogar y son peligrosos justificaría que se hagan fumigaciones con químicos con efectos cancerígenos comprobados en las cercanías de las urbes. Esto NO es así y se necesita avanzar en la regulación de todas las sustancias peligrosas. Por otro lado, el 85% de los pesticidas que se producen se usan en agricultura.

Segundo, porque usa datos que como mínimo tienen una interpretación dudosa. Afirma: «para tener una idea, los países con más cáncer en el mundo son Dinamarca, Noruega y Francia; luego siguen todos países de la Comunidad Europea, Australia, Estados Unidos, Cánada, y recién ahí aparece el primer país sudamericano en tasa de cáncer que es Uruguay. Después de la Isla de Barbados y la Guyana Francesa, viene Argentina. Si somos el país con mayor de producción de granos, evidentemente esta enfermedad no relaciona el uso de los fitosanitarios con lo que le pasa a la gente”. En este punto, es necesario tener en cuenta que: 1) Los pesticidas no respetan fronteras; 2) Europa usó históricamente muchísimos pesticidas; 3) El uso de pesticidas no es la única causa de cáncer, como él mismo lo dice (el cáncer más frecuente es el de pulmón, provocado mayoritariamente por el consumo de tabaco) ; 4) Nos compara con países que tienen pirámides poblacionales muy distintas (Argentina tiene un 16,1% de la población mayor de 55 años, mientras que Dinamarca tiene un 32,5% mayor de 55 años, el doble); 5) Unas líneas después afirma que Francia tiene sólo 5-10 metros de distancia para la aplicación de pesticidas, lo que en el mundo de las suposiciones causa-efecto como las que hace Manera explicaría la gran cantidad de cánceres de ese país.

Respecto al punto 2) del párrafo anterior, cabe destacar que los pesticidas no causan solo cáncer. Francia reconoce desde 2012 el Parkinson como enfermedad profesional de los agricultores. Pero los efectos van más allá. Veamos algunos otros impactos de los pesticidas:

  • Los animales pueden ingerir pesticidas a través de la respiración, la comida o el agua que beben (van der Werf 1996). Como resultado, los productos derivados de estos animales, como la leche, los huevos, la carne, etc. también pueden contener residuos de pesticidas
  • Los pesticidas matan los depredadores naturales de las plagas: «…una forma de equilibrio natural se manifiesta espontáneamente en el mundo que nos rodea, y los organismos que más llamativamente están sujetos a él son precisamente los artrópodos y especialmente los insectos…». (Bosch & Aeschlimann 1986). El uso de pesticidas induce entonces el desarrollo de plagas de insectos secundarios debido a la desaparición de sus depredadores naturales. En la mayoría de los casos, esto implica un aumento del consumo de pesticidas y la aplicación de tratamientos más complejos (Pimentel 1996)
  • Los insectos tienen una capacidad de adaptación muy alta, que les permite hacerse resistentes a los pesticidas. Esta resistencia implica, una vez más, un aumento de la cantidad de pesticidas necesarios para tratar los cultivos
  • El uso de pesticidas neonicotinoides está relacionado con la disminución de polinizadores a nivel global y con otros efectos, como la reducción de poblaciones de peces
  • El uso de pesticidas ha sido relacionado también con la disminución de la población de aves (recordemos la Primavera Silenciosa de Rachel Carlson), de microorganismos e invertebrados
  • Sólo una mínima proporción de las toneladas de pesticidas atacan su objetivo. La mayor parte se dispersa en el aire o se deposita en el suelo para llegar luego a los cuerpos de agua, infiltrando el agua subterránea en algunos casos.

Manera afirma que la solución pasa por tener más controles y no por tener una mayor distancia, pero luego reconoce que los controles no existen. ¿Y entonces? Además, el caso de Pergamino demuestra que el aumento de la distancia de aplicación logró disminuir la exposición de la población a los pesticidas, lo cual demuestra que es una alternativa que cumple con su objetivo.

Sin dudas nos merecemos un debate plural y profundo sobre el uso de pesticidas y otros químicos, sobre la producción de alimentos, sobre nuestros modelos de desarrollo y tantos etc. Pero tiene que ser sobre la base de análisis honestos y científicamente válidos».

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