Fantasma y Cacerola, la operación es una sola

«El que no extraña la Unión Soviética, no tiene corazón; el que quiere que vuelva la Unión Soviética, no tiene cerebro»

Vladimir Putin.

Por Andés Harispe* para La Opinión de Tandil

La frase de Putin pronunciada en el Centenario de la Revolución Rusa hace alusión mantener con vida cierta mística de la Revolución que llevó a Rusia a ser lo que es hoy. ¿Qué puede significar la convocatoria a un cacerolazo contra el avance del Comunismo en Argentina 30 años después del fin de la Guerra Fría? Ahora bien, si lejos está de creerse que el modelo Soviético pueda asomar hoy en el horizonte deberíamos pensar que la consigna se enmarca justamente en el plano de la disputa por el Sentido. 

En términos Culturales la referencia histórica de la derecha latinoamericana fue Estados Unidos y los países de la Europa Occidental que hoy, en este escenario de pandemia, aparecen fuertemente vinculados a un modelo sanitario que está llevando a la muerte de cientos de miles de personas en cada uno de sus países. Lejos parece la idea de no terminar como “Venezuela” en este contexto, -donde justamente el mencionado país que se encuentra sumido en una crisis política sin precedente producto en parte por la fuerte intervención americana- no es de los lugares con más casos de contagios de continente.

En este marco desde hace algunas semanas se multiplican en las redes publicaciones del tipo “fake news” que intentan hacer responsable a China tanto desde el diseño de la nueva cepa del Covid 19 hasta que tejen en conjunto con Soros y Bill Gates una estrategia para utilizar el 5G con el fin de  instaurar un nuevo orden internacional. Sin desatender las denuncias actuales que pesan sobre el gobierno Chino respecto de la utilización de técnicas estrictas de control de la población, fueron las denuncias como las de Snowden y Assange – sobre el uso de las Agencias de Inteligencia Americana en torno al espionaje vía web, o el más cercano escándalo de Cambridge Analytica – las que pusieron al descubierto la complejidad y el grado de efectividad de estas herramientas en función de los intereses de quienes lo utilizaron para mentir y manipular la opinión pública en procesos electorales. Y, también, como una pieza clave en el último sistema de persecución judicial de líderes políticos, conocido como Lawfare. Todo esto, sin necesidad de utilizar el 5G, tecnología que actualmente China tiene en mayor grado de avance que Estados Unidos y Corea del Sur.

Probablemente no haya una sola respuesta a los motivos que llevan a distintos dirigentes políticos de la región a cambiar la estrategia de combate al COVID 19. Aquí intentaremos avanzar en al menos dos de ellas: una de índole internacional y otra de índole interna. 

En materia internacional esta pandemia sucede en el momento más álgido de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos. El modelo chino para enfrentar la pandemia fue el de la cuarentena obligatoria, que además cuenta con el aval de la gran mayoría de la comunidad epidemiológica internacional, la OMS y hasta el Papa Francisco quien hace tiempo viene bregando por un nuevo orden económico social que haga eje en la ecología y la humanidad para la resolución de las necesidades más básicas; y por otro lado un modelo encabezado por Estados Unidos y varios países de Europa y América Latina, entre ellos, Inglaterra, España, Italia, Brasil y Ecuador, que promueven un sostenimiento de la actividad productiva, aún a pesar del rápido aumento de los casos de contagio  y muertes.

En Argentina se optó por el modelo propuesto por la OMS con una cuarentena muy temprana a mediados de marzo que impidió que el virus avance de manera significativa, sobre todo si se tiene en cuenta la realidad de varios de nuestros vecinos sudamericanos. Esto implicó el cierre total de actividades no esenciales, el cierre de fronteras y la cancelación de vuelos internos y externos, movilidad interurbana y el transporte público entre las más significativas. 

El modelo seguido se propone cuidar la salud evitando que se colapse un sistema de salud deteriorado y que permita articular el sistema entre las diferentes jurisdicciones, para luego dar prioridad a la economía que viene arrastrando problemas estructurales, algunos históricos y otros que se agravaron en los últimos 4 años, con crecimiento exponencial de la deuda externa, desempleo, pobreza y marginalidad.

Las primeras semanas el apoyo interno a la medida fue casi total, salvando algunos dirigentes que planteaban “no perjudicar la economía”. Esto se empezó a resquebrajar a medida que el gobierno argentino avanzo en la decisión de hacer recaer el peso de la crisis en los sectores mas pudientes. Desde que Alberto Fernández tildo de “amarrete” a Paolo Rocca el apoyo interno a la medida empezó a resquebrajarse, se empezaron a multiplicar planteos inicialmente del lado de los “economistas del establishment” y luego por lideres de opinión de los grupos de medios y por ultimo por referentes de partidos de la oposición, dato no menor sin obligaciones de gestionar territorios.

Esto coincide también con la creciente negativa de Trump al frente de los Estados Unidos a tomar medidas drásticas de cuarentena llegando hoy 78000 muertos en apenas dos meses de pandemia superando ampliamente los muertos en 10 años de Guerra en Vietnam.  La antinomia salud vs. economía se trata de instalar aun cuando el Estado viene desarrollando un gran número de medidas de impacto económico sin precedentes en la historia del país, que tienen por objeto atajar la caída de un consumo deprimido durante los últimos 4 años y así evitar la pérdida masiva de puestos de trabajo y el cierre de pymes y empresas.

Si cuando se menciona la palabra comunismo gran parte de la población lo asocia al estatismo, al populismo o la corrupción nos marca el grado de derrota cultural a la cual estuvimos sometidos durante tantos años. Modificar esta construcción, donde pedir que quien tenga más, mas aporte, es en buena medida una buena manera de empezar a ganar esa batalla.

*El autor es Director de la Universidad Barrial de Tandil. Licenciado en Relaciones Internacionales (Unicen) y Magister en Desarrollo Local (UnSam).

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