Recorrido por el interior del discurso dominante sobre el Golpe en Bolivia

El sociólogo y periodista Daniel Raúl Rosso, quien fuera el Jefe de Gabinete en la Secretaría de Comunicación Pública del Gobierno de las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner entre 2009 y 2015, escribió un minucioso análisis sobre el discurso dominante en torno al Golpe de Estado en Bolivia que reproducimos a continuación:

1. El puro ejercicio de la fuerza no interrumpe las operaciones de construcción del discurso dominante sino que, por el contrario, lo aceleran. Hay un cuarenta por ciento de la población argentina que demanda un relato de “distinción” (“racional”, “moderado”, “equilibrado”) que los grandes medios y Juntos por el Cambio construyen aceleradamente para ellos. Para eso, han encontrado un lugar intermedio: no están en contra del golpe de estado en Bolivia sino que niegan su existencia.

2. De ese modo, el desarrollo del golpe queda en la periferia de las discusiones porque el debate ha sido suspendido en un momento previo: en la polémica acerca de si hubo o no golpe de estado. Están creando un discurso global de neutralización del golpe de estado a través de la interrupción comunicacional de su existencia.

3. La primera operación discursiva para negar el golpe de estado es la idea originaria de vacío de poder. En el Estado Boliviano hubo un vacío: hubo un poder que desapareció. Un poder que se ha evaporado. No es un poder que ha sido despojado o arrebatado.

4. Siempre se ha procedido así con los pueblos originarios. En la conquista del desierto las fuerzas militares avanzaron hacia un lugar donde no había nada. Había desierto. Por supuesto: no puede haber masacre allí donde no hay nadie. En el caso de este golpe de Estado, el poder también está vacío. Una de las formas telúricas del desierto se ha hecho presente en el Estado Boliviano. Lo que no está ha desaparecido por sus propios medios.

5. Entonces, la narración en estos grandes medios tiende a iniciarse en el punto donde el despojo ya se ha producido: donde ya hay “vacío de poder”. Por eso, lo que también ha desaparecido del relato es el sujeto que sustrajo ese poder. Porque, repetimos, en este relato el poder ha quedado vacío. No ha sido vaciado. El poder actúa eliminando su propia presencia en el escenario que describe.

6. La segunda operación discursiva, muy vinculada a la anterior, es explicar el vacío por un acto voluntario de los gobernantes. El vacío se produjo porque hubo renuncias. En el lugar de la fuerza colocan los actos libres de los dirigentes que decidieron renunciar. No los echaron. Se fueron. Estamos ante un golpe de estado con innovaciones retóricas: las Fuerzas Armadas no utilizan el lenguaje de la fuerza sino el de la corrección liberal. “Le sugerimos al Presidente que renuncie a su mandato.” De nuevo: ellos sugirieron, el Presidente decidió. La renuncia fue un acto voluntario.

7. La tercera táctica discursiva es mostrar que no se trató de una operación de ocupación – como ha sucedido con los golpes tradicionales donde un militar asume la presidencia – sino una operación de desalojo. Los militares no asumieron el poder, sólo le sugirieron a los gobernantes que se vayan.

8. La cuarta táctica, expresada por Ricardo Roa en Clarín, es transformar el golpe de estado en una medida constitucional. El editor del multimedio cita la Constitución Boliviana: “frente a situaciones conflictivas internas o externas se puede sugerir ante quien corresponda las soluciones apropiadas”. Y él agrega: “El general William Kaliman entendió que lo autorizaba a solicitarle a Evo que dejara el cargo.” Es el intento discursivo más osado: transformar un golpe de Estado en una medida constitucional. Es como si la Constitución dijera: “ante determinadas situaciones de alteración del orden público se habilita el golpe de Estado.”

9. La quinta operación consiste en relatar una serie de ilegitimidades del gobierno de Evo Morales que desembocarían, según este discurso, en la ilegitimidad de la candidatura del ex Presidente. Es decir: la ilegitimidad de la acción de las Fuerzas Armadas, de la Policía y de los grupos cívicos que atacaron los domicilios de los funcionarios y dirigentes del gobierno y quemaran sus pertenencias, entre otras acciones “cívicas”, estaría amortiguada por las ilegitimidades anteriores del gobierno de Evo. Por eso, la inmensa paradoja de que los golpistas- y los sectores civiles que los apoyan – utilizan lenguaje republicano y de defensa de la democracia.
El ex Presidente y candidato presidencial opositor en las últimas elecciones, Carlos Mesa, celebró “el fin de la tiranía”. La nueva presidenta irregularmente autoproclamada, Jeanine Añez, sostiene: “solamente queremos democracia, sólo queremos libertad”. Ellos vienen a reponer la Constitución, reponer la República. Y, de paso, reponen la Biblia.
Seguramente, hay que esperar, para adelante, una retórica republicana y democrática. Lo presentan como un golpe de estado que, en ese relato, viene a reponer la Constitución. Son golpistas creativos: interrumpieron un gobierno, dejaron el vacío, y ahora intentan reponer ficcionalmente la legalidad institucional.

10. La sexta operación consiste en colocar como sujeto del proceso que terminó en la dimisión de Evo Morales al “pueblo Boliviano”. Con ello, establecen una relación directa entre vacío de poder y acción del pueblo. Si alguien vacío el poder del Estado fueron los “ciudadanos de a pie movilizados.”
Por supuesto: esos “ciudadanos de a pie” – como los llaman – se comportan como una horda de salvajes que entran en las casas de los funcionarios y las destrozan. Incluso queman la biblioteca de Álvaro García Linera. Es decir: vienen a reponer la república y la defensa de la propiedad privada destruyendo la propiedad privada de los funcionarios y dirigentes del gobierno depuesto.

11. La estructura de este discurso está siendo diseminado, palabras más palabras menos, por los grandes medios nacionales. Es el que le proveen a una parte de la población. Es el que hay que contrarrestar. No es un golpe sin discurso. Es un golpe que se basa en la declaración de la inexistencia de un golpe.

Redaccion

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