Agustina Barroso, una joya repatriada del fútbol femenino que pide no bajar la guardia

En su casa en Tandil, una nena fantaseaba entre relatos radiales. ‘Samuel la despeja y sale Argentina desde el fondo’, gritaba y el pelotazo llegaba hasta la otra punta del patio. Ya pasaron más de 20 años. «Crecí escuchando que para burlarse, y hasta humillar a un pibe, le decían ‘le pegás a la pelota como una nena…’ Habrá que revisar la frase porque muchas chicas ahora le pegan muy bien…», cuenta Agustina Barroso. Defensora, sí, pero de tiempo completo. Su compromiso no termina con los límites de una cancha. «Yo decía ‘Samuel la despeja’, y hoy una chica festeja sus goles como Alex Morgan», compara, y viaja desde su infancia atípica hasta estos días donde la delantera norteamericana, figura de Orlando Pride en la National Women’s Soccer League, es una de las estrellas del planeta. «Saber que querés ser como alguien es fantástico. El fútbol femenino ya tiene ejemplos, referencias, y esa es una parte de la revolución», agrega Agustina, y abre un debate movilizador. Ella, integrante de una generación que logró superar años de invisibilización.

A Samuel ahora se lo cruza en el predio de la selección. Agustina ya le pidió fotos y consejos. En el original video que la AFA editó para anunciar la lista rumbo al Mundial de este año en Francia, entre jardineros, cocineras, utileros y administrativos, es ‘el Muro’ quien aparece para confirmar el apellido Barroso. Pero tiene más historias con otros célebres colegas. «Hace un tiempo volvía de Madrid en una fecha FIFA para jugar con la selección. El vuelo estaba demorado porque faltaba un pasajero, y a mi lado el asiento estaba vacío. Hasta que apareció… Roberto Ayala. No sabía si mirarlo o no, podía molestarlo. Pero me presenté y charlamos un buen rato. Lo dejé descansar porque el viaje sería durante la noche; crucé el Atlántico, 12 horas con el ‘Ratón’, increíble casualidad. Luego, seguimos viéndonos en la AFA. Y hace poco, en el amistoso mixto que organizó la Fundación PUPI en la cancha de Platense, integramos la zaga central. Me daba indicaciones, me alentaba en lo cortes, me apuntaba ‘salí más rápido, haceme la cobertura…’ Fue bárbaro. Nosotras muchas veces creemos que estamos equivocadas en las cosas que hacemos, que estamos muy lejos de los hombres, y lo que cambia es la dinámica, pero los movimientos son exactamente los mismos». Y queda el eco de sus palabras, cuando dice nosotras muchas veces creemos que estamos equivocadas…

Primer punto en un Mundial, medalla plateada en los Juegos Panamericanos, liga profesional en la AFA, candidatura para ser sede de la Copa del Mundo 2023… «Sin dudas, este es un año inolvidable y vertiginoso. Nos cambió la vida a nosotras. Está muy sensible hoy la sociedad y hay que cuidar lo que se dice. El fútbol femenino está creciendo, antes no había tanta visibilidad…, bueno, no había nada de visibilidad. Y si bien no puede esperarse un cambio total de un día para el otro, hay cosas con las que ya no tenemos ganas de lidiar, es imprescindible que se vuelvan más naturales». ¿A qué se refiere Agustina Barroso? Ella lo explica con un fervor sincero, desprovisto de resentimientos.

Con 26 años, es una de las históricas de la selección. Dejó el fútbol europeo para sumarse a la primera liga profesional de la AFA. «Parece que hice las cosas al revés, ¿no? Después de seis años en el exterior, quería estar cerca de mis afectos; y además, asuntos de representantes que no estuvieron bien manejados me impulsaron a volver a mi país». Porque el boom del fútbol femenino también encierra riesgos. «Cuando terminé la temporada en España, antes del Mundial de Francia, mi teléfono no sonaba. Después del debut con Japón, que fue uno de mis mejores partidos, el teléfono no dejaba de sonar. Aparecieron estos personajes que te ofrecen de todo, y empujada por el deseo de jugar afuera, tal vez te equivocás. No todas las chicas tienen la posibilidad de contar detrás con una familia que te ayude a tomar las decisiones correctas. Yo la tengo. Los representantes ahora han aparecido no sé de donde, de repente todos son representantes y te llaman. El fútbol femenino es un campo nuevo, con chicas llenas de sueños e ilusiones. Ahora tenemos que cuidarnos más que nunca», advierte.

-Jugaste en Brasil, Inglaterra y en España. ¿Cómo está visto el fútbol femenino en esas sociedades?

-Estamos por debajo de los tres, tanto en el nivel del juego como en la aceptación que la sociedad tiene del fútbol femenino. En Brasil, por ejemplo, aunque la liga no tiene tanta difusión como en España, la gente en la calle sabe de fútbol femenino, te cuentan que vieron el fin de semana al Corinthians o al Santos o al Audax… Y te hablan bien, con conocimiento, con alegría y respeto. Se alegran del crecimiento del fenómeno. Acá todavía te mandan a lavar los platos…, sí, sigue pasando, y es una pena. Nosotras nos manejamos de manera profesional, nos entrenamos y cuidamos como los varones, solo que no tenemos sus ganancias.

-¿Qué esperás de la liga profesional en la Argentina?

-Valoro mucho la actitud de la AFA, si bien creo que los agarró un poco desprevenidos; se demoró el comienzo por temas de fichajes, los transfer desde el exterior… Creo que eso no lo tuvieron en cuenta, incluso sabiendo que ahora se maneja exactamente igual que el masculino. Todos los clubes tampoco estaban preparados, pero valoro el esfuerzo que han hecho para cumplir con el mínimo de ocho contratos, y estuvo muy bueno que se haya hecho la presentación en el predio de la AFA. Yo sé lo lindo que es estar ahí, pero la mayoría de las chicas no, y pisar por primera vez ese predio, quizás, las ayudó para seguir soñar un poco más.

Agustina eligió deportes prohibidos en su infancia en Tandil: fútbol y básquetbol. «Una tarde estaba por recibir una pelota en mi equipo mixto de básquet cuando un padre me gritó: ‘Saquen a esta marimacho de mierda…’ Me marcó, y jugué llorando el resto del cuarto. De los 6 a los 12 escuché de todo: ‘Pegale a esta marimacho’, o ‘Mirá a esta Carlitos, ¿qué hace acá?’… entonces me corté el pelo». Sí, le pidió a su mamá que tomara las tijeras. Trató de desanimarla, pero Agustina insistió. Hizo efecto, ganó en tranquilidad porque en la cancha parecía un nene más. Hoy no lo cuenta con gracia, le dura la incredulidad. Aquella concesión siempre será absurda. «A mí ya no me duele nada. Yo ya superé ese desprecio, pero me gustaría que a las chiquitas no las espanten, no les quiten las ganas de jugar al fútbol. Mi hermana más chica juega de N°4 en Tandil y todavía escucha esos gritos de los que hablaba».

Los varones protestan cuando deben jugar domingo-miércoles-domingo. La Copa Libertadores femenina, con 16 equipos, se resuelve en 15 días. La disparidad es evidente. «El destrato en redes sociales es tremendo, o en la calle… Si hablás de fútbol femenino no tarda en llegar la descalificación. No hace mucho, en un programa de fútbol femenino de radio La Red, un oyente salió al aire y dijo: ‘Por qué no se ponen un programa de tejido…’ Si alguien sube una foto nuestra en las redes, si querés dale like, pero no mirés los cometarios… Te vas a sorprender: nos matan. Y no está bueno».

Cuando se hicieron oír en la Copa América de 2018 con el gesto del Topo Gigio que quedó en el recuerdo, la camiseta que lucían era de 2002 y los pantaloncitos, de 2009. Ropa de hombre, naturalmente. La firma que viste a la AFA no proveía una línea de mujer. A lo sumo, algunas chicas conseguían talles infantiles para no parecer tan disfrazadas. En el Mundial de Francia sí vistieron short y camisetas exclusivamente femeninas, pero se trató de una excepción. Hoy, los pantaloncitos nuevamente son los más pequeños de los varones y Agustina les da dos vueltas para usarlos. «Me han dado buzos de chicos para entrenar, ¡sabés lo que parezco! Y después salís así vestida en una foto… ¿Cómo evitas que te digan Carlitos si me quedan las mangas por acá?», bromea…. con fastidio.

-¿Cuáles son los próximos pasos que confirmarían que el fútbol femenino sigue evolucionando?

-Que trabaje gente capacitada, formada, ya sea un hombre o una mujer, pero que cualquiera se desempeñe en los dos ambientes. Sea como entrenador, ayudante, médico o árbitro. En el exterior, sucede. Que no se haga esa diferencia… Muchas veces se pone a una mujer a arbitrar solo porque se trata de fútbol femenino, y no sabe las reglas, y eso está pésimo porque perjudica el juego. Dirige una chica que no te sabe marcar el off-side y te arruina todo el trabajo que hiciste en la semana. Entonces, que no se trate de responder a una moda porque queda bien. Sueño con que una mujer arbitrando a hombres deje de ser noticia. Y también necesitamos que mejore la infraestructura, los campos de juego, que haya canchas alternativas…, yo sé que eso representa un esfuerzo más para los clubes.

-¿La inversión será la medida para descubrir quién apuesta por convicción y quién por conveniencia?

-Tal cual, hay muchos ajustes de infraestructura pendientes. Desde algo esencial, como que los baños tengan puertas. Para ya no escuchar ‘ahhhh, ¿vos querías fútbol femenino? Ahí tenés, ahora arreglate’. O ante un viaje con mil escalas, si te quejás, lo primero que te dicen es ‘paraaaaaa, si antes ni viajabas en avión’. Y no es así. Yo soy deportista y necesito descansar y alimentarme bien. No quiero que en un aeropuerto me den un alfajor como merienda desde el simplista razonamiento de que como soy mujer me las tengo que arreglar. Yo me cuidé toda la semana o todo un mes para llegar a la competencia, entonces esos detalles también tienen que empezar a cambiar. El cuidado de las jugadoras debe ser igual que el de un varón.

-¿Pero los modos deben ser más… ‘amables’?

-¿Te referís a la manera de hablar? La mujer, por naturaleza, es más cuestionadora. Al varón le decís ‘mirá, te tenés que dar 30 veces la cabeza contra la pared’, y va y lo hace. La mujer pregunta por qué me tengo que dar 30 veces la cabeza contra la pared. Esa diferencia existe. Ustedes, entre los varones, se mandan a cagar y ya está; nosotras con ese tema somos más sensibles, hay quienes lo entienden y otras que no; para mí, lo que pasa en la cancha queda ahí. Sí, la manera de hablar entre ustedes es diferente a la nuestra, pero a la hora de poner límites es lo mismo. Me refiero a temas de multas, exceso de peso, llegadas tarde, expulsiones evitables… En Argentina es difícil implementarlo… ‘Bueno, después te pago’, o ‘no me jodas con eso…’, te responden. También hay que entender que muchas chicas llegan o se van a sus trabajos antes o después de los entrenamientos. Pero también nosotras debemos cambiar la cabeza: ahora, por ganar 50, 45 o 20 mil pesos, no vas a ser más o menos profesional. Cada una debe preguntarse adónde quiere llegar. Yo arriesgué y quiero seguir haciéndolo; me acabo de contactar con un entrenador de tecnificación para mejorar mi pegada, mis movimientos defensivos, mi coordinación…

-¿Qué aprendieron después de los cuestionamientos que algunas chicas le hicieron al DT Borrello por no llevarlas a los Juegos Panamericanos?

-Que hay que tomarse un minuto más, o diez, o una hora para pensar si lo que estoy haciendo realmente vale la pena. Carlos es una persona con la que se puede hablar, es muy abierto. Siempre se toma su tiempo y esto se podría haber hablado. Aunque sea, entre ellas y él, ni siquiera hacía falta que estuviera el grupo entero. No quiero decir nada que hiera…, pero lo que pasa en el vestuario queda en el vestuario. Porque la sociedad tomo aquello como algo malo… Me tomé el tiempo de leer y escuchar la opinión de la gente, y muchos dijeron ‘ahora que se les da un poco de difusión, mirá cómo se portan. Ves por qué al fútbol femenino no hay que darle bola’ Y te duele, pero en un punto fue verdad. Ahora que los medios nos empezaron a ayudar y a prestar atención, no los usemos para esas cosas. Las chicas siguen siendo parte, la medalla de plata en los Panamericanos también la ganaron ellas, es de ellas también. Carlos les dio minutos a otras chicas en los Panamericanos, cumplió con lo que había dicho. Insisto, siempre convendrá tomarse unos minutos más para pensar.

-¿Cómo se relacionan con los varones de la mayor? ¿Sintieron un interés genuino o solo curiosidad?

-Después del almuerzo conjunto que hicimos antes de nuestro Mundial y de la Copa América de ellos, lo que más me llamó la atención fue que desde el departamento de prensa de la AFA nos contaban que ellos seguían nuestros partidos en el Mundial y se ponían nerviosos. Nos han escrito; Tagliafico nos mandó mensajes, hemos visto publicaciones en las redes de Otamendi, Agüero, Masche, Messi… y ahí te das cuenta que algo ha cambiado. Nosotras preguntábamos si en realidad alguien no les manejaba la cuenta en redes…, pero aun así, fueron hechos. Vimos el interés, entendieron que defendemos la misma institución, el mismo país y la misma camiseta.

Fuente: La Nación Deportes

Horacio Sobol

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