Allá por el lejano año 2003, el (aún hoy) intendente de todos los tandilenses, ganaba su primera elección al cargo por un estrecho margen de votos y comenzaba para la ciudad un período de prosperidad que proveían las políticas económicas de los gobiernos kirchneristas, pero muy mal distribuidas a nivel local.
Esa gestión municipal que se extiendió hasta nuestros días gracias a una asociación al gobierno de Mauricio Macri y con el único objetivo de seguir en el poder comunal, todavía asfalta las calles de nuevos barrios de clase media alta que se erigen en los alrededores del Parque del Origen, pero continúa con su deuda histórica en esa misma materia en barrios como Villa Aguirre, Movediza o Palermo.
Así las cosas, y tras más de 15 años imponiendo a la ciudad, a fuerza de ganar elecciones, su visión de cómo y en dónde utilizar los recursos (y cuando no utilizarlos, como en el caso de las piletas del CEF N° 42), el intendente Lunghi ha decidido dejar de lado el discurso de sus correligionarios sobre la alternancia y el republicanismo, y empecinarse en perpetuarse en el poder, para satisfacer su ego siendo el Intendente que gobierne Tandil cuando llegue a su bicentenario, en el año 2023.
De esta manera el pasado fin de semana organizó una reunión que, según supo LOT, él mismo ordenó que trascienda en redes sociales y en medios de comunicación. Allí ordenó a la escasa cantidad de jóvenes que lo siguen, una especie de operativo clamor para que este viernes los correligionarios «le pidan el favor» de que «acepte» estar un período más al frente de la intendencia y sea el candidato de la UCR y el PRO, es decir de Cambiemos.
Claro que este viernes a las 20 horas, el histórico comité radical de calle Mitre 550 estará rebalsado de personas que aclamarán su candidatura. Algunos de ellos, tal vez los más jóvenes e idealistas, lo harán por convicciones, otros por alcahuetes, otros porque todavía no se animaron a pegar el salto al espacio de Marcos Nicolini y claro que también estarán quienes quieren asegurarse un puestito de trabajo, otros cuatro años con «Miguel».
