Un momento con Víctor Hugo

Por Facundo Basualdo para La Opinión de Tandil

“Mi caso puede ser resonante, como lo fue el de Roberto Navarro (despedido de C5N y Radio 10 poco antes de la salida del Grupo Indalo). Pero hay otros 3500 periodistas que antes podían trabajar, y ahora no. Hay 3500 voces menos en la Argentina. Y hay un intento de disciplinamiento, una persecución atroz”, dijo Víctor Hugo Morales a Página12 el viernes, el día siguiente de enterarse que fue despedido de C5N. Y detalló: 3501. La situación de lxs trabajadorxs de prensa en general alcanza a vislumbrarse en esa cita: despidos resonantes, despidos por ajuste, medios que cambian de manos, censuras directas e indirectas. Un dato a agregar: la noche del jueves tampoco había podido hacer su programa diario en el canal (con el que alguna vez se bromeó llamándolo Cristina5Néstor por la “sociedad de facto” que se les atribuía con Cristobal López, el ex dueño) por el paro de SATSAID durante 24 horas que se hizo sentir en el aire televisivo. De todas formas, no desarrollaremos en esta columna tal realidad (abordada en otras ediciones), sino que viajaremos a mediados de 2009 para tener un momento con Víctor Hugo.

Ese momento no era cualquiera. El 18 de marzo de ese año, la entonces presidenta Cristina Fernández presentaba en el Teatro Argentino de La Plata el anteproyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, anunciando que recorrería el país con audiencias públicas que permitieran debatirlo y modificarlo previo a su ingreso al Congreso de la Nación, donde finalmente llegó el 27 de agosto. Víctor Hugo Morales aún no era marcado como “K” por nadie: mantenía su histórico trabajo en el programa La Mañana en AM Continental (de donde también fue despedido a los pocos meses de la asunción de Mauricio Macri) y menos de un año antes, había producido una agenda contra la Resolución 125 que imponía retenciones móviles a la exportación de soja.

Cuando el proyecto fue presentado para que el Poder Legislativo derogara el decreto-ley 22285 en vigencia desde la dictadura y promueva una ley de la democracia, Víctor Hugo se decidió a defenderlo no sólo en el aire de su programa sino también aportando una voz más en una de las últimas audiencias públicas que se hizo en el Congreso.

“De alguna manera me trae como periodista la indignación”, comienza para acusar a la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas que no representaba los intereses de “los hombres de radio”, sino que se mostraba como representante del Grupo multimediático Clarín, que influía no sólo a través de esa institución sino de otras como ADEPA. Y en ese tono de denuncia se mantuvo durante poco más de 10 minutos.

“Conozco muy bien a quienes usan la libertad de prensa para lanzarse a todos los negocios –recordó–, los conozco del fútbol, los conozco por el robo que durante 15 años hicieron del fútbol.” También en 2009 nació también Fútbol para Todos, recientemente eliminado como derecho brindado por el Estado, para reprivatizar su televisación como en los ’90. “Una estafa que no sólo iba contra el fútbol, sino que era una estafa que tenía que ver con millones de personas que quedaban afuera de la posibilidad de ver el fútbol”, agregó.

También denunció la presión del Grupo Clarín a las empresas privadas que financiaban los medios a través de los avisos publicitarios: “Si uno quiere poner un aviso en otros medios también debe pagar 600 pesos, para dar un ejemplo, pero si pone solamente en ese medio (en el Grupo), es decir, si se castiga a los demás medio no dándoles ningún tipo de publicidad, se pagan 200 pesos. De esa manera les importa el poder que acumulan y el poder que destruyen, las posibilidades económicas que destruyen de los demás”.

A partir de su conocimiento sobre el negocio del fútbol, también detalló las formas extorsivas utilizadas por el Grupo Clarín para sumar más medios de las provincias extorsionándolos con ese mecanismo de las publicidades y con los permisos o prohibiciones en la difusión radial de los partidos. Así, callaron a cientos de periodistas que cuestionaban el negocio del fútbol.

“Y se lanzaron a todo tipo de negocios parecidos a los del fútbol. ¿Quién no conoce el negocio de las AFJP? Claro, es muy difícil hablar. Todos los periodistas en su conjunto, y bien hacemos, seguimos los rastros de cualquier elemento de corrupción que aparezca en los gobiernos, en este y en los del pasado, pero los rasgos de corrupción que aparecen a veces en las empresas privadas los perdemos de vista porque hay una gran complicidad”, introdujo para contar el robo al “dinero de los jubilados” cuando el Grupo Clarín lo puso a disposición de los vaivenes de la timba financiera.

“Los gobiernos cambian, a los gobiernos los podemos cambiar, siempre los podemos cambiar cuando no nos gustan”, dijo y agregó: “Pero lo que no se puede cambiar son esos poderes que desconocemos, que la gente no sabe prácticamente que existen, que están por encima de los poderes de los partidos políticos y de los gobiernos”. A partir de ahí, defendió el cambio que se promovía en el organismo de control. El COMFER, en la redacción del decreto-ley militar, estaba integrado por un representante de cada Fuerza Armada; la democracia lo intervino pero siempre tuvo en su mesa gente dispuesta por el Poder Ejecutivo: la nueva ley promovió la AFSCA, con representación ejecutiva, legislativa y civil, oficial y de oposición. Después de los decretos que la modificaron en los primeros días de gobierno de Macri, se transformó en el ENACOM, donde sólo se sientan, otra vez, tres personas dispuestas por el Poder Ejecutivo.

Para el cierre de su intervención citó el título de tapa de la Revista Barcelona de esos días: “La prensa libre ante el desafío de la mordaza política ¿Por qué el periodismo independiente debe defender su derecho inalienable a voltear gobiernos, impulsar lobbies empresariales, operar, crear imperios monopólicos y apropiarse de hijos de desaparecidos?”. Y remató: “Que esto que es una broma, no sea parte de la realidad”.

Ocho años después de aquella intervención, Víctor Hugo es despedido de la televisión y el programa El diario, que ganaba en rating frente a sus competidores noticieros del cable, como TN, fue levantado. La ley de medios, debatida y aprobada en los términos más democráticos posibles, pasó al olvido en su esencia con dos decretos a sola firma del presidente. El Grupo Clarín aumentó sus libertades comerciales: entró en el negocio de las telefonías, sumó aún más licencias de medios. La libertad de prensa se profundizó como libertad de empresa y el periodismo, como también sintetiza la tapa de la Revista Barcelona de estos días, está “en peligro de extinción”. Y, para resumir aún más, agregan: “Para 2018 estiman que quedarían más pandas y yaguaretés que periodistas”.

El problema no es lo que sucedió en particular con Víctor Hugo, un periodista que tenemos que pensarlo dos veces para recordar que es uruguayo por cómo expresó siempre la realidad argentina, desde el relato del gol de Diego Maradona a los ingleses hasta la intervención recordada o los relatos de las audiencias judiciales (perdidas) contra el Grupo Clarín. El problema está en la información que, como la rescatada en esta nota, no encontrará espacio en la agenda, en un sistema de medios donde unos pocos gritan y otros cientos susurran. Eso no es democracia, ese es el verdadero problema que también se anuncia a partir de este despido.

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