Liliana Carrillo es una señora amable y dispuesta al diálogo, con una historia fuerte. A raíz de problemas de género que ocurrieron en su vida pasada pero reciente, Liliana quedó con discapacidad visual: «Tengo una disminución en capacidad visual con secuelas por varias operaciones que tengo por un problema de género», explica.
¿Cuál es el problema que tiene con el trabajo en el Municipio?
Era contratada y tercerizada de una ONG con horas provisionales como administrativa desde 2013. Siempre se me renovó contrato aduciendo que tenía buen desempeño e incluso se le solicitó a Cultura del Municipio un refuerzo de más horas cátedra que Cultura no dio.
¿Quién lo solicitó?
La ONG, que se llama Biblioteca Popular de las Mujeres. Yo entré por decreto 1050 de marzo de 2013. Perteneciendo a Cultura y Educación.
¿Porqué no le renovaron el contrato?
Cuando yo tuve todo este problema de salud, hasta incluso tuve ceguera temporaria y no podía ir a trabajar, me fui a atender a Mar del Plata pero la licencia fue por vacaciones. Ante la gravedad del caso tuve que pedir licencia médica. Tengo desprendimiento de vitreo de ambos ojos, maculopatía, desprendimiento de células epiteleales muerta y lo último que se me detectó es una lesión en la mácula de la retina.
Pero a pesar de tener baja visión puedo manejarme con las horas provisionales en el aspecto de trabajo.
¿Usted hace trabajo administrativo?
Yo no sabía que no se pueden tener tareas administrativas con horas provisionales. La ONG tenía un acuerdo con Cultura donde le daba esas horas, pero en realidad uno tiene que dar un taller o ser docente.
¿Cuál es la situación actual?
A mi me dejan cesante con una junta médica muy desprolja de parte del Municipio porque el médico era un ginecólogo que dijo que yo podía seguir trabajando sin ningún problema, pero a mí me informan que había quedado cesante porque fui al municipio, ni una nota me mandaron.
¿Hizo un reclamo?
Yo hice reclamos verbales, en buenos términos, nunca quise hacer un reclamo legal. En el 2016 pedí la reincorporación oara poder jubilarme, ya sea por invalidez o cuando tenga la edad porque me faltan dos años.
¿Eso se lo negaron?
En el 2016 me dijeron por parte del sindicato que yo iba a ser mensualizada en dos oportunidades. Yo me mantuve con esa fe, con esa ilusión de que iba a pasar a ser mensualizada. Entonces un día empecé a reclamar que me incorporen, pero estoy desafectada como para que el municipio me jubile por invalidez.
Para mi reincorporación hice un trbajo de campo con todos los lugares posibles y todas las cosas que puedo hacer y algunas corresponden a Cultura y Educación, no administrativas.
¿Le contestaron algo?
El señor Teruggi se comprometió en ese momento, hasta la edad jubilatoria, a darme un espacio. Pero además yo le ofrecí, para que le sirva al Municipio, mi trabajo porque se hacer clasificación de libros y bases de datos, se hacer encuentros literarios, se preparar una mesa de trabajo práctico para la promoción de la lectura.
¿Qué pasó con eso?
En un momento pasé por Secretaría de Gobierno a ver si había novedades y me atendió Teruggi 5 minutos, donde me dijo que todo eso que yo propuse no era posible y que tenía que hacer un taller, poniendo como ejemplo el macramé. Tareas manuales no puedo hacer por la vista, fue como decirme que no me iban a tomar.
Yo hago un pedido de sentido humanitario al señor Intendente, pero me mandaron a decir que no iba a ser reincorporada y que siguiera con la asistencia social. Eso a mí me repugna, me da nauseas. Yo no pido un ingreso, sino una continuidad de trabajo. Quiero jubilarme. Yo no tengo a nadie porque al salir de una casa con violencia de género los vínculos familiares también se rompen. Yo pago un alquiler y estoy muy enferma. No se juega con la parte débil de las personas. Yo no soy la única que hacía tareas administrativas con horas provisionales y fui la única cesanteada.