La crisis de la industria avícola tuvo un alto grado de repercusión mediática por el conflicto que se vivió en la firma Rasic Hnos. que comercializa la marca Cresta Roja. Esto permitió que otras empresas salgan del ojo de la tormenta a pesar de atravesar momentos sumamente delicados.
En el último año y medio, tras la salida del kirchnerismo, las firmas trataron de acomodarse al nuevo contexto político/económico sobreviviendo gracias a los favores económicos que les otorgó el anterior gobierno que consideraba al sector como un aliado estratégico.
Pero ese saldo positivo se agotó y los que siguen el día a día aseguran que se cortó la cadena de pagos en el sector. Tal es el caso, por ejemplo, de Codepra S.A. (Avicoper), que en las últimas semanas registró un total de 25 cheques rechazados por un monto que asciende a $ 2,49 millones.
Avicoper es una tradicional empresa del rubro con sede en la localidad bonaerense de Pergamino. La firma se dedica a vender huevos frescos a cadenas de supermercados, industrias y mayoristas, según indica un artículo publicado en el sitio especializado valorsoja.com.
La cuestión es que, como era de esperar, la crisis de las empresas avícolas no solamente repercute en el nivel de empleo donde se localizan las plantas, sino también en los productores a quienes las deudas los están empezando a golpear de lleno.
«La crisis avícola general repercute sobre muy fuerte sobre este eslabón de los productores integrados que trabajan con empresas que cierran, no cobran nunca más o si lo hacen será en una mínima expresión de lo que se les adeuda», señaló CRA por medio de un comunicado.
Cabe mencionar que los productores Integrados representan alrededor del 90% de los pollos producidos en todo el país. Sin embargo, y a pesar de este valor relativo, siguen siendo el eslabón más débil de la cadena cobrando un promedio de $ 4,70 por pollo criado.
«Los costos de producción, solo tomando los tres rubros principales (mano de obra, gas y electricidad) sobrepasan holgadamente lo pagado por la industria. En un contexto donde, además, no se midió el impacto del último aumento de las tarifas eléctricas que ronda el 58%», apuntó CRA.
Como sea, en el sector industrial afirman que esperan una especie de «canibalización» del mercado con la salida de dos empresas seriamente comprometidas, repitiendo la historia de la emblemática avícola San Sebastián que cerró en los 90 para descomprimir el frente interno.
En tanto, en los primeros cuatro meses de 2017, la cantidad de huevos ingresados en plantas industrializadoras con habilitación de Senasa fueron de 323.197 unidades, una cifra 14,6% inferior a la registrada en el mismo período de 2016.
Los pollos en la era K
En este contexto, cabe destacar que el sector pollero está concentrado en un puñado de 30 firmas nucleadas en el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) que conduce Roberto Domenech, un hombre con muy buenos lazos con el kirchnerismo.
A diferencia del sector ganadero, los empresarios avícolas evitaron los enfrentamientos con el kirchnerismo y comenzaron a trabajar en conjunto en un ambicioso plan que contempló un aumento en la producción, en el consumo interno y en las exportaciones.
El ideólogo de esa estrategia fue Domenech que, lejos de oponerse, acató las reglas que impuso Néstor Kirchner a los sectores productivos y ambos establecieron de palabra un pacto de no agresión que se mantuvo hasta el último día de Cristina en el poder.
La buena sintonía entre el presidente de CEPA y el kirchnerismo quedó manifiesta cuando, en plena campaña para gobernador bonaerense, Aníbal Fernández presentó en un acto en La Plata a Domenech como su ministro de Asuntos Agrarios de la provincia.
Fuente: LaPoliticaOnline