Y siempre hablaremos de ella

Por Eduardo Martínez

 

Las primeras palabras disparaban hacia otra dirección, pero siempre el momento de reflexión al mirar un punto fijo  dibuja su rostro, tal vez porque el dolor se esfuma cuando el cotidiano y sus exigencias  respiran de cerca. ¿Hace falta aclarar que la mención refiere a Milagro Sala?

La semana pasada circuló la noticia de un incidente dentro del penal de Alto Comedero, de la Provincia de Jujuy, que develaba que Milagro fue agredida con unas tijeras por una de sus compañeras.

Pero Milagro no fue agredida. Intentó autolesionarse tras la notificación de que estaba citada a declarar por otras tres casusas.

Su abogada Elizabeth Gómez Alcorta aclaró a Página/12 que “no hubo ninguna agresión contra Milagro sino un único episodio que tuvo lugar el jueves a la noche en el penal. Después de que se le comunicaran tres nuevas causas contra ella y que el día siguiente (el viernes) iba a tener que ir a designar defensor, tuvo una discusión con otra interna y en ese marco ella después se lastimó con una tijera. Milagro está bien en cuanto a su salud física».

Mientras tanto el aparato mediático hegemónico (provincial y nacional) minimiza todo tipo de acontecimiento y publican treinta segundos de recreación (en el sum de la unidad penitenciaria) para demostrar que todo está bien y que lo acontecido son solo especulaciones.  ¿El estar en una unidad penitenciaria no permite el “despeje” a través de las instancias educativas formales e informales? ¿Se puede caer en la ingenuidad de proyectar ese momento, que por ejemplo pudo devenir de un taller de arte, al cotidiano dentro de una unidad penitenciaria?

Fue solo un aviso que por suerte no llegó a mayores, pero el hostigamiento judicial con el sofoque ejercido dentro del sistema penitenciario la ponen tras las cuerdas. Un grueso de la sociedad la considera una boxeadora (a lo heroína hollywoodense)  que tras caer en reiteradas oportunidades se levanta y a 10 segundos de que la campana sentencie el fin ejerce un golpe que noquea al aparato al que se enfrenta.

Pero es una mujer y allá adentro está sola…

Y la vorágine de la sociedad hace que se desdibujen sus meses, días, horas, minutos y segundos.

Se superaron los 400 días de detención ilegal.

400 días de dolor,

400 días de impunidad.

Redaccion

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