Una triste e impune despedida

Por Eduardo Martínez
Un 15 de febrero del 2013 Fernanda recibe la noticia de que su hijo Sebastián fue asesinado por su amigo Santiago de un golpe. Dos años después (con los resultados de una de las autopsias) comprobó que tenía un tiro en la cabeza. Durante ese periodo y hasta el último de los días Fernanda se cargó la causa y la investigación al hombro.
Hoy la causa tiene como imputado al doctor José Daraio, médico policial de la comisaria de Verónica y quien fuera designado para hacer la primera de las autopsias sobre el cuerpo de Sebastián, que había oficializado que la muerte era a causa de un golpe sin ampararse en ningún tipo de estudio.

La corazonada y lucha de una madre herida llevo a que la Asesoría Pericial de la Corte Suprema ordenara la exhumación y una nueva autopsia; el caso olía a Bonaerense y Fernanda lo sabía.
Fernanda ya no está…
La fiscal Ana Medina, de La Plata, pidió recientemente su elevación a juicio. Desde la Comisión Provincial por la Memoria se insiste en la urgencia de un cambio de caratula de la imputación ya que denota un caso claro de encubrimiento.

Daraio sigue en funciones y atiende en la sala de Punta Indio y en el Hospital de Verónica.

Se fue una madre del dolor, a la que un pañuelo blanco le hubiese encajado a la perfección como el zapato de aquella joven en el histórico cuento de los hermanos Grimm. Algunos más románticos dirán que fue a abrazar a su hijo que la estaba esperando.

Lo cierto que la violencia institucional desintegro una familia, primero en el accionar directo y segundo a raíz de su fase superior: la impunidad judicial.
La violencia Institucional, la misma de ayer, la misma de hoy.

Sebastián Nicora y Fernanda Nicora son historias de vida de esas que el cotidiano suele invisibilizar y de las que los medios hegemónicos no reflejan. Por ello es que Sebastián y Fernanda serán banderas.

 

Redaccion

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