¡Que viva el Dotor!

Por Ivy Cángaro

La primera semana de junio, cuando ya habían pasado los peores días de cuarentena y Tandil no registraba –aparentemente- casos de Covid-19 más allá de los cuatro (que luego declararon ser ocho) casos primigenios, el intendente Miguel Ángel Lunghi, un pediatra en la medianía de los setenta años, nacido en lo que en la ciudad serrana se da en llamar “las cuatro avenidas”, una zona del centro cívico donde aún perviven las familias patricias tandileras, las que forjaron el perfil social del pueblo, los hijos dilectos de los primeros profesionales, terratenientes o pequeños industriales del lugar y referente indiscutido de la alianza radical-pro, elegido por un quinto mandato con el 54% de los votos en la última elección; dijo a los medios de prensa nacionales, haciendo alarde de su modo de hablar de médico de pueblo con giros de estanciero acomodándose el verijero: “Aunque el gobierno nacional no nos autorice, nosotros igual vamos a abrir actividades”.

La presión ejercida por la flor y nata del patriciado vernáculo, en franca mistura con los nuevos ricos (unos aportan apellidos, los otros, plata) era por entonces absolutamente feroz. No había día en que los ciudadanos no escucharan por la radio, leyeran en el diario, o vieran por el único canal de televisión del mismo conglomerado hegemónico, El Eco de Tandil; acerca de la necesidad imperiosa de abrir comercios, industrias, paseos turísticos y actividades deportivas porque, de no hacerlo, una enorme catástrofe caería sobre el valle serrano. Y talló, como siempre, el viejo axioma con que el tandilero típico fue educado: “No solo hay que ser, sino parecer”.

Y se unieron en un mismo lamento y una idéntica exigencia, el dueño del Golf Club, el gastronómico de la parrillita, y el remisero que nunca vio ni la pelotita de golf ni probó una entraña digerible, simplemente porque nunca dejaron que acceda a esos círculos virtuosos de los que son y no quieren que otros sean. Pero el peso de la frase no está en el “ser”, sino en el “parecer”. Y entonces se unieron en alegre montón los Pereyra Iraola y los Rabufetti – para supuesta conveniencia de ambos – clamando por la apertura de todas las actividades y por una “rebeldía” que el intendente, haciéndose eco para no perder un solo voto pero sobre todo, ni un solo apoyo económico y social, dijo ejercer alegremente y sin que le cueste mucho: el odio a todo lo que huela a peronismo o kichnerismo le genera repulsa y que sabe compartido con la mayoría del pueblo, algunos por conciencia de clase, los más por su total ausencia.

Quien rige los destinos de la salud en Tandil es un regordete treintañero llamado Gastón Morando. Radical fervorosamente macrista, militó en Franja Universitaria, se recibió, fue concejal y luego de tomar licencia de su banca para hacer un Master en Administración el exterior, le ofrecieron a su regreso manejar las decisiones de la cartera de Salud, aunque el joven Morando es Contador Público.

Con la llegada de la pandemia, Morando se encontró con un panorama que escapaba por completo a lo trabajado hasta entonces y que no iba más allá de decir: “no compren ésas cánulas para el Hospital Municipal, compren estas otras que son más baratas”. Por orden de Lunghi se armó un comité de emergencia integrado por Morando como máximo responsable, el médico Matías Tringler, vicepresidente del Sistema Integrado de Salud Pública por el Hospital Municipal, y dos médicos infectólogos en representación de las dos clínicas privadas con internación de la ciudad: La Clínica Chacabuco y el Sanatorio Tandil. Florencia Bruggeser en representación de la primera, de la que el actual intendente fue director durante muchos años y donde aún mantiene absoluta influencia, y Jorge Gentile, infectólogo de prestigio, por el Sanatorio.

En junio pasado, y con ausencia de casos a la vista, la ciudad pasó a la Fase Cinco y se abrió toda la actividad, quedando solo restringidas las reuniones sociales y deportivas masivas. El tandilero medio volvió a sus rutinas y si cualquier desprevenido caía en Tandil, pensaría que era testigo de una realidad utópica: aquí no había pandemia. En las redes sociales, los almacenes y las esquinas circulaba el chisme de que las “fronteras” supuestamente cerradas eran un colador, y los fines de semana era común ver turistas preguntando alguna dirección o dónde comprar productos regionales. De vez en cuando saltaba en algún medio alternativo (nunca en El Eco y sus satélites) que con un poco de dinero cualquiera entraba a la ciudad, y si no había guita pero sí astucia, por los caminos vecinales se llegaba muy sencillamente al centro de la ciudad. Fotos, videos, testimonios directos. Nada se dispuso para evitarlo, y se hicieron ominosos oídos sordos cuando el nombre del responsable municipal fue acusado directamente de coimas para dejar entrar foráneos sin ningún permiso ni testeo. La vida en la ciudad era franca algarabía y los cuidados personales fueron cada vez más laxos: pocos barbijos, reuniones, masividad en comercios y todo lo que hace a la negación y el olvido, acicateados por el poder ejecutivo local que en sus partes diarios de política pandémica siempre daban Cero (0) en casos de Covid-19.

Pero empezaron a surgir ojos avizores: los números no cerraban. Al analizar cada parte con los anteriores y posteriores, había registros que se perdían en el fondo de los tiempos. Empezaron a circular algunos rumores, como que una mañana el doctor Gentile fue encerrado en un pasillo del Sanatorio Tandil por buena parte del personal del nosocomio, para decirle directamente que dejen de mentir con eso de que no había casos, cuando ahí mismo tenían pacientes enfermos. La respuesta aparente fue que “bueno, algunos se pierden debajo de la alfombra, porque no hay que alarmar”.

El lunes 17 de agosto el doctor Gentile, haciéndose eco de lo dicho unos días antes por otro funcionario municipal, el Jefe de Gabinete Oscar Teruggi, que declaró imitando a su jefe en el modo, ese decir campechano de hombre de pesadas gónadas que “después de 150 días de pandemia ningún DNU nos va a decir lo que tenemos que hacer acá”, floreó su masculinidad en alegre montón con los manifestantes que se amucharon en la plaza del centro, para marchar y gritar contra la cuarentena, la reforma judicial, las vacunas, la yegua, el 5G y el guiso de mondongo.

El infectólogo estrella del pago chico, el que todos los días firma el parte donde venía diciendo hasta tres días antes que no había casos y a partir del 15 de agosto solo dos, tres, cinco; el que firma los protocolos donde dice a todos «los tandileros» que hay que mantener distancia social, usar barbijo, lavarse las manos, no reunirse más de diez personas; el que es la figura médica más respetada en tiempos de pandemia, “la eminencia médica” que con su rostro severo nos conmina a hacer las cosas bien, aunque en privado y apretado en un pasillo asuma que “algunas cosas se pierden bajo la alfombra”; el doctor Jorge Gentile, marchó, gritó, coreó contra la yegua, caminó, se abrazó, agitó banderas, junto a mil tandileros más igual de levantiscos en defensa de la República y sus instituciones, en alegre montón, en la marcha del lunes 17 de agosto. Las fotos lo muestran departiendo a centímetros de personas que en su mayoría, por franja etaria, están en el sector de riesgo, y muchos de ellos sin siquiera barbijo.
Las redes sociales estallaron mostrando la imagen en cuestión. Los medios locales en silencio ominoso. Pero la cuestión trascendió a los medios nacionales y la bronca del tandilero que no pertenece ni quiere pertenecer a esos sectores sociales tan afectos a la ropa de Cardón y la 4×4, se hizo escuchar. Y empezaron a surgir datos de “yo sé que tal tiene covid”, “y aquél otro también”, y así. No se puede tapar el sol con una mano y la situación, tarde o temprano, reventaría como un grano lleno de pus.

La reacción del Ejecutivo Municipal, que no silba alto sin pedir permiso al intendente Lunghi, fue emitir un comunicado firmado solo por Morando y Tringler defendiendo la capacidad y bonhomía del médico Gentile, algo que nadie puso en duda. Lo que se cuestionaba era su ética, no su capacidad médica ni su carácter. Pero los ánimos se caldearon aún más y la sociedad nuevamente mostró su grieta eterna, esta vez entre los que pretendían hacer como que no pasó nada de nada y no molesten al doctor; y los que cuestionaron su ética, su proceder pero por obvia consecuencia, el modo de manejar la salud local en pandemia. Es algo de puro sentido común: ¿cómo puede el pueblo de Tandil confiar en lo que firma en un parte de salud alguien que salta por encima de lo que él mismo dictamina para ir a una reunión social de mil personas?

El escándalo resonó en el interior del núcleo duro del oficialismo y la fragmentación entre los que querían seguir sosteniendo que no pasaba nada, argumentando que lo evidente era solo una proyección de “los peronistas que no nos dejan gobernar”; y los que sin pertenecer al sector político, pero sí al de salud, dijeron: “yo no voy a condenar mi trayectoria y mi matrícula en pos de intereses políticos que me son ajenos”. Ese debate se extendió más allá de las 20, hora en que diariamente se emite el parte sanitario que ese día se esperaba con más ansiedad que nunca. A las 20:40 finalmente publicaron el comunicado, diciendo que habíamos pasado, solo en 24 horas, de cinco (5) enfermos de Covid-19 a cuarenta (40), y que había casi ochenta con resultado de hisopado en espera. Semejante explosión no fue de un día a otro, solo fue un blanqueo de lo que ya sucedía, o de un fragmento.

El 21 de agosto se sumaron siete nuevos casos más, pero los que están en espera de resultado treparon a 112, siguiendo la premisa de siempre: dejar en una nebulosa un resultado que podría ser más escandaloso, largándolo en cuentagotas a medida que se reponen los declarados. El motivo: no cambiar de fase y seguir siendo obedientes a las premisas de la Cámara Empresaria, la de Hoteleros y Gastronómicos, a la Comisión Turística y a la gente de campo. La estrategia siempre fue esa: negar casos y si se declaraban, que fuese por goteo cosa de que nunca sean los suficientes para salir de Fase 5.

Eso estalló el 20, la urgencia de cambio de fase es absoluta, y muchos tandilenses están actuando por «motu propio» encerrándose en sus casas, cerrando comercios, restringiendo actividades. Las redes sociales hacen lo que no hace el gobierno municipal y tomaron las riendas de la información. Se pasan datos que se chequean y difunden: “tal farmacia avisa a sus clientes que por un caso de Covid-19 entre sus empleados, estará cerrada. Quienes hayan concurrido entre tal día y tal día, mantengan precaución”. Y así. La suma sigue sin ser acorde con lo comunicado por el Ejecutivo y el Comité de Salud. Se dispusieron albergues en el gimnasio de la Universidad y en un Centro Deportivo para las personas que no puedan mantenerse enfermos en sus casas.

Se cree que son más de mil. El mismo médico Gentile, en apurada conferencia de prensa al estallar parte de la verdad y sin tener que responder preguntas molestas, dijo que es probable que el 15% de la población haya estado o esté contagiada. El mismo que marchó el 17 con mil personas alrededor, el mismo que hasta unos días antes firmaba que no había casos.

Nadie renunció, nadie lo hará. Ni siquiera hay un trazo de pedido de disculpas, algo. Tandil es una estancia donde hay patrón, encargados, peonada y vacas. Miguel Ángel Lunghi todas las mañanas controla que todo funcione como él dice, para eso es el patrón. La mayoría de las vacas, miran sin decir ni mu.

Redaccion

3 comentarios en «¡Que viva el Dotor!»

  1. Que pasa si cambiamos nombres y lo llevamos a nivel nacional. Todos son iguales. Solo las formas son diferentes. Que el estado te diga que hacer no implica que sus ciudadanos lo hagan. Depende de nosotros, no de ellos cuidarnos

    1. Esta nota alimenta más al miedo, no siendo objetiva .
      Cuestiona políticas sanitarias, cuando no tiene idea sobre salud .

      EL MIEDO al «No van a alcanzar»

      «NO VAN A ALCANZAR LOS RESPIRADORES»
      Falso. Pretende hacernos creer que los recursos humanos y tecnológicos en salud,  siempre fueron ILIMITADOS. 

      La verdad es otra muy distinta.

      Siempre fueron LIMITADOS,… y ahora también.

      Preocupados y urgidos, por si ibamos a tener un respirador para nosotros,… nos impidió formularnos la pregunta previa, indispensable: ¿Son necesarios? ¿Cuanto?

      «EL BROTE SE RESUELVE CON RESPIRADORES»
      Falso: los respiradores deberían ser usados  en forma muy excepcional.

      Muchos expertos están convencidos que la alta mortalidad que tuvieron en algunos países (EE.UU) fué por un uso excesivo y abusivo de los mismos. Hubo,  en algunos grandes hospitales privados de USA incentivos económicos cuestionables relacionados con su utilización.

      «NO VAN A ALCANZAR LAS CAMAS» ESCENARIO DE COLAPSO.
      Predicción Falsa:
      La enorme mayoría de los infectados nunca se enterará de la infección.

      La mayoría de los que tienen sintomas (resfrío, dolor de garganta, tos), no consultan al médico.

      Muchas consultas se pueden evacuar por videoconferencia por WhatsApp. No es siempre indispensable trasladarse físicamente al hospital o clínica.

      La mayoría de los que consultan, no necesitan internarse.

      La mayoría de los que se internan, no necesitan oxígeno.

      La mayoría de los que necesitan oxígeno, no necesitan terapia intensiva.

      Muchos de los que necesitan terapia intensiva,  no necesitan respirador.

      El pánico puede hacer colapsar cualquier sistema. El virus no.

      «NO TENEMOS SUFICIENTES MEDICOS para TERAPIA INTENSIVA».
      Falso : Ante la hipotética situación de «cadaveres apilados en las calles»…que nos mostró la televisión local, hay una legión de médicos que puede atender a una supuesta  avalancha de pacientes. Son muchos los médicos con  especialidades afines que pueden atenderlos.

      De hecho, en la mayoría de las UTI desde siempre,  los médicos que hacen guardia son intensivistas, cardiólogos, clínicos, médicos generales, infectólogos, cirujanos, esp. en medicina respiratoria, nefrólogos.

      Y si faltasen médicos para UTI, hay todavía  una reserva extra de médicos muy altamente capacitados en la asistencia respiratoria de pacientes que son los anestesistas, y que ante un supuesto escenario de catastrofe como el que nos dibujaron los medios, pueden colaborar.

      Para tener una idea aproximada: hoy, por cada 3 (tres) médicos con título de intensivista hay 6 (seis) anestesistas.

      Llama la atención, que ante semejante escenario de catástrofe,  en 5 meses,  la enorme mayoría de los médicos nunca fueron formalmente convocados.

      «NO HAY SUFICIENTES TESTS PARA TODOS»
      Falso : Los testeos (PCR) no son válidos para hacer diagnóstico.

      Menos en forma masiva.

      Y mucho menos en gente asintomática.

      Ademas tienen muchos falsos positivos.

      Pueden dar positivo (+)…y eso no significa necesariamente, que el sujeto contagie.

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