Kalin Bennett, el niño con autismo que no iba a caminar ni hablar y ya dejó su huella en el básquetbol universitario

El mensaje abrió una herida y cortó el aire. Cuando sonó la voz del médico y se pronunció el mundo de Sonja comenzó a dar vueltas y vueltas. Su bebé Kalin apenas tenía 9 meses y si bien ella sentía en su corazón que algo no andaba bien, jamás imaginó que le iban a diagnosticar autismo: «Su hijo no va a hablar y no va a caminar». Pero ella no se rindió, aun con el alma destrozada, fue a buscar ayuda. Allí en Arkansas, en las afueras de Little Rock, encontraron al doctor Mitzi Washington. Desde allí todo cambió para el pequeño Kalin Bennett, que entró en la historia por ser el primer jugador con autismo que tiene una beca a tiempo completo y compite en la liga universitaria estadounidense ( NCAA).

«Fueron muchas horas de lágrimas. Nada sucedió de inmediato. Por momentos sentía que estaba luchando contra una pared de ladrillos. Me sentía culpable. Pero comprendí que debía tener paciencia para ayudar a mi hijo. No se trataba de un chasquido de dedos». El recuerdo de Sonja toma una dimensión imposible de abarcar. Es que Kalin, que ahora juega en Kent State, recién logró caminar a los 3 años y a los 7 pudo comenzar a hablar.

Los relatos de superación de Kalin son sencillamente espectaculares. De pequeño, hasta la heladera le servía como vía de comunicación. Contó su madre que cuando su hijo quería algo de la heladera golpeaba ollas y si ella tomaba algo incorrecto las hacía sonar más fuerte: «Fue la primera voz sin voz», dice Sonja.

Kalin hoy es un muchacho de 18 años, que mide 2.05 metros, que pesa 136 kilos, juega como pivote, pero que de chico no se vinculaba con nadie y se limitaba a mirar en TV el programa Blue’s Clues. Encontraron la forma de ayudarlo y el punto de inflexión fue cuando logró sumarse al equipo de AAU, los Arkansas Hawks. «Su proceso sensorial fue muy, muy, muy pero muy malo. No conocía el peligro. Tenía muchas preocupaciones como madre. Pero quería que desarrollase habilidades sociales», recuerda su madre.

No fue simple la adaptación al básquetbol, es que debían encontrar métodos para poder comunicarse con el nuevo integrante del equipo. Por eso el entrenador y los compañeros de Kalin pensaron en estrategias para lograrlo. «Amo las matemáticas», reconoció el propio Bennett en una charla con THV 11 Digital, en Arkansas.

Fue allí que el entrenador Kevin Howard, de los Hawks, pensó en que la mejor manera de enseñarle las jugadas y adaptarlo a los sistemas era por intermedio de los números. El 1 era la base, el 2 el escolta, el 3 para el alero, 4 el ala pivote y 5 el pivote. «Escribían esos números y yo sabía dónde debía ubicarme. Si le sucedía algo a ese número, yo comprendía qué debía hacer. Eso despejó un montón de confusiones en mí», reconoció Kalin.

Tardó casi dos años en encontrar soluciones. Pero en un partido en Detroit, en quinto grado, en medio de un partido que perdían por 30 puntos, le dieron unos minutos para que tengan la chance de desarrollar parte de lo aprendido. Allí tomó sus primeros lanzamientos y desde entonces no paró de evolucionar: «Sólo recuerdo que lancé unos tiros libres y todos se volvieron locos», dice el pequeño gigante. Comenzó a romper algunas paredes contra las que estaba luchando y reconoció que el básquetbol le permitió mejorar su vida afuera de la cancha.

En 2018, el chico que no iba a hablar ni caminar, se graduó de la escuela secundaria de Little Rock Christian Academy. «Cuando recibí mi diploma todos se pusieron de pie. Fue muy lindo», recuerda Kalin.

En la Universidad de Arkansas en Little Rock fue donde dio el gran salto, porque no estudiaba allí porque participó de un programa cristiano para hacer un año de posgrado en Link Year. Durante ese período comenzó a recibir ofertas de distintas universidades, y Kent State, fue la que lo sedujo. Su elección no fue casual, y es que el estado de Kent, la universidad, su campus, es uno de los más implicados en la diversidad, y más concretamente con el autismo. Gina Campana, directora asistente de Kent State de la Iniciativa de Autismo para la Investigación, la Educación y la Difusión, explicó: «Desde que lo conocimos nos dimos cuenta que Kalin es realmente un chico fenomenal que emana luz. Tenemos mucha suerte que esté con nosotros en Kent».

La determinación de ir a Kent también generó que su madre se mude cerca de la Universidad, ya que Kalin sigue requiriendo de su madre. «Si necesito algo, ella estará allí. Eso me da tranquilidad», cuenta este chico que se quedó con todas las luces tras su primer lanzamiento convertido en la victoria de Kent State por una amplia diferencia sobre Hiram (97-58).

En una charla que mantuvo el sitio Cleveland.com con Bennett se pudo advertir que la luz que emana Kalin de la que habla Gina Campana, la directora de Kent State, es tan potente que encanta: «Quiero tener un impacto no solo en la cancha, sino también con los niños que están luchando con las mismas barreras que yo. Quiero usar esta plataforma para inspirar a otros niños con autismo y no autismo. Quiero hacerles saber, ¡hey, si puedo hacer esto, tú también puedes hacerlo! Muchas veces se sienten solos, y yo también lo siento al crecer. Nunca dudé, no se trata de arrogancia. Soy brutalmente honesto. Sé que puedo jugar».

Simplemente Kalin Bennett, un gigante que derriba paredes.

Fuente: La Nación Deportes

Horacio Sobol

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