Desert Trip: Día Dos

Por Nicolás Cuesta
Hasta el calendario lunar parecen haber arreglado los responsables del Desert Trip. La luna hoy está realmente llena, asoma detrás de las montañas y se deja ver completa en cinco minutos en los que es la protagonista excluyente. Esta lista para recibir el segundo día, que será cerrado por Sir Paul.
En el primer turno, una remera que reza water is life, y deja adivinar una prominente panza. Un pañuelo al cuello, como los que usan los locales para protegerse del polvo del desierto. Un sombrero por el que asoman unas patillas bien canosas. Y por supuesto, su Gibson Les Paul negra, la legendaria Old Black. Esta ahí, es el viejo Neil saltando al escenario del Desert Trip. Es el más joven de todos con apenas 70 años, pero no deja de ser el viejo Neil. Es de Canadá, pero es el que más la juega de local en California. Acá se curtió en los 60 con Buffalo Springfield y eso se nota. Vaya si se nota.

Lo acompaña Promise of The Real, una banda de pibes que la rockean fuerte. Se nota que se mueren por tocar, que no la pueden creer. Están a la altura de la cita, no cabe duda. Arrancan con After the Goldrush y la siguen con dos tremendos temas como Heart of Gold y Old Man, ambos del discazo que es Harvest. A poco de empezar el concierto Neil avisará que arrancaron 10 minutos antes, y que por eso la van a estar rockeando hasta cuando les pinte. Para el pánico de la organización levanta una lista de temas de dos metros por uno en la que debe figurar el título de alrededor de doscientas canciones. El público delira, y empieza a conectarse con el precioso Harvest Moon y la luna llena de fondo. Le siguen Neighbourhood, Show Me y Helpless. La cosa toma un poco más de color con Powderfinger, y ya no habrá vuelta atrás; Young está definitivamente en llamas. Todos los finales son épicos; siempre tienen una vuelta más que nos deja revolcados por el pasto del Empire Polo Club.

La escena se repite: son cuatro guitarras agitándose en una ronda sobre el escenario. Así pasan Words (Between The Lines of Age) y Alabama, otras dos de Harvest. En una pausa Young aprovecha para sacar una canasta con semillas orgánicas bien empaquetadas que lanza al público mientras a sus espaldas brilla la leyenda Seeds For Life (Semillas Por la Vida). No dice de que son, pero nos recomienda guardarlas en el bolsillo para no tener problemas con la ley, luego de lo cual se lanzan a por Seeds For Justice. Dentro de pocos días el estado de California debe decidir si aprueba el uso recreativo de la marihuana; Neil esta en tema, no se le escapa una. Volverá al ataque con Like A Hurricane, y llegará el cierre con una versión bien fuerte del ya clásico Rocking In The Free World, (https://www.youtube.com/watch?v=_O_-8BhpjCs) quizá el punto más alto de toda la noche. Parece que se está hablando a si mismo cuando dice eso de seguir rockeando en el mundo libre. Sepánlo, y que no haya dudas: hay Neil Young para rato. Se despide, pero en realidad finge. Ya olemos que al viejo Neil no lo sacan de acá tan fácil.
Una hora en el medio, que sirve para recorrer el interminable predio del Coachella. Hay una disquería, un enorme puesto de remeras oficiales y mucha variedad de comida. Todo es gigante, todo está calculado, tanto que por momentos nos desespera. La experiencia gastronómica de precios más populares nos lleva a preferir una canasta de papas y pollo frito por sobre la magia de Marcos Sammuelson. La gastronómica le da paso a la experiencia fotográfica: un espacio dedicado a los grandes fotógrafos de la historia del Rock, en el que vemos retratado a los protagonistas del Desert Trip. Además, hay una sala de juegos con una mesa de ping pong y una sala repleta de flippers. Hay un par de tiendas de ropa de vestir también; en una de ellas se venden joyas, y uno a esa altura se pregunta cómo puede ser. En otra un pibe trabaja en una máquina de coser, se venden bandanas. Hay de todo y para todos los gustos.

La vuelta al campo esta amenizada con imágenes de un joven McCartney y versiones locas de Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band y Revolution. Hasta que por fin sale Paul. Parece un británico recién salido de la Cámara de los Lores en ese traje azul. Allí esta el que inventó todo. Ahí esta el padre del resto del mundo, que nos escupe A Hard Day’s Night para empezarnos a charlar y sigue casi sin pausa con Jet, ese gran tema de Wings. Luego llega Day Tripper, con un riff sutil y clarísimo, que nos dispone para el baile. A esa altura ya estamos conectados como para recibir I´ve Got A Feeling y We Can Work it Out a pura danza descalza sobre la alfombra verde de Coachella. Sir Paul comienza a dejar la elegancia en segundo plano y en mangas de camisa nos trae Love Me Do y Blackbird. Llega Rihanna y hacen Four Five Seconds. Se viene el bloque de los sesenta, que el público celebra, y enseguida presenta al segundo invitado de la noche. Es el viejo Neil, que había fingido irse y estaba agazapado en la gatera. Es un momento inolvidable: sin piedad nos tiran por la cabeza un temón como A Day in The Life y un himno como Give Peace a Chance. Pero la cosa no queda ahí y juntos se mandan con Why Don´t We Do It In The Road, en la que la Old Black de Neil hace levantar el viento del valle de Coachella, lo inunda con un ritmo de cuerdas violentísimo y la gente ya no es responsable de sí misma: un mar de cabezas sacudiéndose al ritmo que quiere Young, el viejo animal que está más salado que nunca.

Los vientos desatados nos llevan volando a través de Something y Back in the USSR. Todas parecen la última pero Paul no se va nada, que lo vengan a buscar, y ya con la camisa afuera y extenuado nos manda Let It Be y una versión bien potente de Live And Let Die en la que explotan fuegos artificiales. Con todo entregado sobre el escenario, finalmente se despide con Hey Jude. Han sido casi tres horas de show para el Lord McCartney, que desgañitado, transpirado y con la camisa afuera, nos entrega un saludo final. No nos queda más que agradecerle. No te vayas nunca Sir.

Se fue la segunda noche del Desert Trip, que sigue el domingo con los Who y Roger Waters. Las masas se retiran con los corazones colmados y ¿quién les quita lo bailado? La vara más alta no puede estar.

Redaccion

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