Desert Trip: Día Uno

Por Nicolás Cuesta

Al final era verdad: Dylan y los Stones abrieron el segundo fin de semana del Desert Trip en Indio, California. Las expectativas eran bien altas y los viejos, cada uno a su manera, se encargó de cumplirlas y hacer que tantos kilómetros y meses de espera hayan valido la pena.

Ya en la mismísima entrada al Empire Polo Club se sentía la pura magia del momento. Mientras recorríamos el camino hacia el primer control de seguridad, a nuestra derecha el sol se ocultaba en las montañas y se dibujaba exactamente el atardecer que sirve de imagen del Festival. Pero además, una lena llena se recortaba sobre el otro lado, en un cuadro en el que aparecía también una vuelta al mundo gigante. Todo parecía un cuento, y lo era. Un cuento que iba a terminar con una fiesta a cargo de un pibito de 73 años.

Dylan abrió la noche envuelto en ese halo misterioso que lo caracteriza desde siempre. Fue su primer show como Nobel de Literatura y el tipo no abrió la boca para otra cosa más que para cantar, de una manera muy particular, canciones eternas como Tangled Up In Blue y It´s All Over Now, Baby Blue. Más tarde Mick Jagger diría que «es la primera vez en nuestra carrera que compartimos escenario con un Premio Nobel.» Se suceden clásicos como Highway 61 Revisited, Simple Twist of Fate, Lonesome Day Blues y Ballad of A Thin Man. Son canciones conmovedoras, y allí esta Bob haciéndolas siempre de manera distinta, pero siempre igual. Las pantallas nunca lo toman en primer plano, y eso le da más aires de prócer, una estrella inmaculada, puesta a brindar un show adaptado a sus 75 años de edad. La banda que lo acompaña (His Band) es todo prolijidad y talento. Luego de una breve pausa, volverían al escenario con una animada versión de Like a Rolling Stone, una de los pocos momentos en los que se apartó de ese ritmo a medio tiempo, con mucho más folk que otra cosa. El cierre fue con un cover de Cy Coleman en pose Sinatra: Why Try To Change Me Now, quizá la canción mejor cantada de todo el set. Y así se fue, sin decir ni hola ni chau, pero dejándonos una marca para siempre.

El Empire Polo Club tiene un pastito perfecto que te obliga a bailar en patas. Un enjambre de personajes interminable: jóvenes, abuelos, padres con sus hijos, cuatro generaciones de amantes del rocanrol. Un mejicano que viene a preguntar si sabemos dónde comprar porro. Una viejecita de rasgos orientales que me cuenta que vio a los Stones en el 78. Un yanki que me dice que vive en algún lugar «up in the mountains». Un argentino con una camiseta del rojo de avellaneda. Muchos colombianos. Mucho olor a comida que nos recuerda la experiencia gastronómica y nos da el hambre necesario para afrontar la previa a los Stones. Suenan Lou Reed y el Roadhouse Blues de los Doors para que no nos coma la ansiedad.

Finalmente con el reloj en las 21 40 y la temperatura en descenso aparecen ellos, los héroes de la noche. Atacan directamente el Jumping Jack Flash en una versión bien potente con la que suelen arrancar los conciertos. Hay piel de gallina, gente emocionada, saltos por doquier. Allí están Richards, Wood y Watts. Ahí esta el anfitrión: Mick Jagger. Muy vigente. Al contrario de Dylan, Jagger se la pasa hablando, se le nota su felicidad, no la puede ocultar. Patea el escenario, se lo baila todo; canta como en los discos, presenta a sus compañeros de banda, felicita a la organización, es el amo de la noche. Mick es todo lo que esta bien en esta vida, lo queremos. Siguen con Get off of my cloud, It’s only rock roll y Tumbling Dice. «Ustedes saben que hemos estado grabando un disco nuevo de blues» dice Mick y se lanzan con Just Your Fool, el adelanto que publicaron la semana pesada. La lista continúa con una versión increíble de Sweet Virgina, que incluye un bellísimo solo de saxo que le hace honor al histórico Bobby Keys, fallecido un par de años atrás. Siguen los clásicos como Angie, Paint it Black y Miss you, con la guitarra de Richards bien alta, metiéndose en partes en las que no parece encajar, pero metiéndose igual, gritando acá estoy yo. Suena el Honkey Tonk Blues, Midnight Rambler y dos temas de Richards, con el siempre oportuno acompañamiento del bueno de Charlie Watts. Se van, pero solo por un ratito. Vuelven para hacer las últimas cuatro canciones de la noche: Gimme Shelter que incluye un coro afroamericano, Start me Up, You Can´t Always Get What You Want con un coro de niños y el cierre a todo baile rollinga con (I Can´t Get No) Satisfaction. Saludos al público, risas de todos menos del siempre serio Watts, y a otra cosa.

Se fue el primer día a pura fiesta y lo más lindo de todo es que todavía quedan dos. Es la una del mediodia del sábado y en este Starbucks casi todos andan con las pulseras del festival. Casi todos están hablando del show de anoche. Cuando se les pase la emoción, van a empezar a hablar de lo que esperan para esta noche; las expectativas siguen allá arriba. Hoy se presentan Neil Young y Paul McCartney, hoy sigue el Desert Trip.

 

Redaccion

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