Volvió el fútbol a su lugar habitual luego de miles de conversaciones entre varios actores conocidos, desconocidos y quizás muchos que solo tocan de oído. La pelota encontró nuevamente su lugar y a pesar de que los billetes suelen ser escasos para la gran parte de los clubes la cita comenzó a darse en cada una de las canchas de la primera división, el Nacional y todas las categorías del ascenso. La pelota no fue la única invitada del fin de semana, se festejo en cada uno de los estadios el día de la radio con la voz de los relatores ilustrando el andar de los muchachos detrás de la redonda y la incesable caída de agua, anunciada siempre para finales del mes de agosto. En el capitulo uno, una lluvia feroz con derrota en Adrogue.
En la zona sur del Gran Buenos Aires Santamarina llegó a la cancha de Brown con una nueva ilusión después de la honrosa caída en Formosa ante Boca por Copa Argentina, con un cuerpo técnico nuevo encabezado por Mauricio Nosei, un plantel renovado con el retorno del capitán Michel y la idea conjunta de que el partido no se jugaba. La tormenta que azoto a esa zona del conurbano no inquieto las ganas del arbitro Saul Laverni de jugar el partido, levanto los pulgares y asintió con la cabeza. El partido se jugo en una cancha que se presentaba ante la vista como preparada para soportar el trote de 22 tipos atrás de una pelota. Es de imaginarse como el partido se desarrolló. Escenografía de paraguas, pelotas quietas y camisetas teñidas con barro.
El equipo que plantó en cancha Mauricio Nosei fue el mismo que jugo ante Boca hace una semana en Formosa. Joaquin Papaleo fue el arquero, la defensa de memoria desde la temporada pasada hacia el hoy con Politano, Aguirre, Piñero y Garcia Basso. Un medio con jugadores que saben tratar a la pelota y que tienen criterio para poder atacar cuando ven los huecos, pero también se abroquelan en defensa cuando el partido lo determina. Milton Zarate y Leonel Pierce haciendo el papel de la contención con Fredes y Chavez como externos. En la delantera Facundo Castro quien por ahora se gana el número 9 y el «Siete de oro» Martin Michel como capitán y emblema de un equipo que está en formación pero que ya tiene un sello: Los partidos los corre y los pelea.
Hablamos del sello particular porque la cancha no se presentó confiable para poder analizar el partido en lo estrictamente futbolistico. El partido que Brown de Adrogue ganó 2 a 0 en la primera fecha del Nacional se adapto al libreto de los partidos con lluvia fuerte. El local entendió más los guiños naturales y fue más inteligente para plantear el partido con pelotazos largos a las espaldas de los laterales o incluso dando trabajo intenso a la zaga central. Aprovechó el azar de la pelota transpirada y con un gol en tierra chica el tandilense Juan Garcia abrió el marcador. Luego promediando el segundo tiempo convirtió en oro una pelota parada y con la ventaja de dos ya se dedicó a esperar dos situaciones. Que Laverni termine el partido y que la lluvia deje de caer.
No se puede comprender de tácticas cuando la inclemencia del tiempo es tan determinante para un terreno de juego y para el desarrollo de un partido de fútbol. Santamarina pudo también tener sus premios, lo buscó con la misma formula que el local pero no encontró el oro. El traslado de pelota por el piso no era opción recomendable, la pelota quieta tiene que ser bien ejecutada para encontrar conexión aérea y quizás es en este punto donde no encontró como aprovechar la estatura de sus jugadores. Un torneo que tiene muchos kilómetros por delante no tiene que desesperar los ánimos de un equipo que se esta conociendo, que tiene mucho para dar y que su entrenador lo sabe. Una derrota en el debut de un torneo de 46 fechas no debe inquietar al aurinegro que después del 0-2 pretende una sola cosa. Que el domingo salga el sol para ganarle a Brown de Puerto Madryn.
Fotos: Prensa Club Santamarina Tandil
